
Hace ya bastantes años, una madre me comentaba que un día su hijo había llegado a casa diciéndole: "Mamá, ¡qué vergüenza, qué vergüenza!". La madre, estupefacta por las lamentaciones de su hijo, trató de entender lo que le ocurría, por lo que le preguntó "¿Por qué?". Y este, con toda naturalidad, le dijo: "Soy el ún...