Hace un año el homenaje a Julia Uceda, tras su fallecimiento a los casi 99 años, me servía para iniciar mi colaboración con Galicia Digital:
- La curiosidad de Julia (
https://www.galiciadigital.com/opinion/opinion.35364.php)
- El mundo visto a los 90 años (
https://www.galiciadigital.com/opinion/opinion.35365.php).
Esta semana, en que Julia cumpliría 100 años, coincide con la semana dedicada a las bibliotecas y precedida por el día de las escritoras que acabamos de celebrar. Un buen marco para dirigir la mirada a Julia.
La vida de Julia en los últimos años se desarrolló en su biblioteca, arropada por los libros por ella elegidos y que le habían acompañado durante su vida y sus traslados de residencia. Era el entorno físico en que debido a sus limitaciones de movilidad osteomusculares y respiratorias transcurría su vida, su espacio y su tiempo. Pero además de ser su tiempo y espacio, su biblioteca conformaba su ocupación intelectual, releyendo esos textos que la rodeaban (al menos en los últimos meses no percibimos que leyera textos de reciente publicación). Tanto esos libros como los objetos que en las estanterías los acompañaban constituyeron el contenido de los relatos y conversaciones que tuvimos la oportunidad de disfrutar Margarita y yo en nuestras tardes con Julia. Estos sujeta-libros me los regaló Sender... Esos embellecedores los compré durante mi estancia en... Acércame ese sello que procede de la India... Ahí tenéis la matrícula del coche que utilizamos Rafael y yo en Irlanda... Cada objeto allí expuesto le ayudaba a rememorar un retazo de su vida.
Pero esencialmente eran los libros los desencadenantes de sus recuerdos y las guías de los relatos relacionados con su historia vital, con sus viajes y estancias en otros países, con sus relaciones personales y una excusa para manifestar sus criterios ante la realidad. Como ya describí hace un año, la diversidad del contenido de su biblioteca formaba parte esencial de su riqueza de conocimientos y sensibilidad hacia lo diferente y de su creación literaria. Y para nosotros en esas tardes con ella fue signo del valor que tienen los libros para el desarrollo personal. Esto, que nosotros percibimos como profanos, leyendo posteriormente sobre Julia lo he encontrado bien analizado por Jacobo Cortines, su alumno y amigo, en su texto "La mirada interior de Julia Uceda" (Ínsula nº 737, Mayo 2008): "Esa capacidad iluminadora la ha adquirido en buena medida a través de sus múltiples lecturas de poetas y escritores de otras tradiciones: budistas, taoístas, hindúes, japoneses, chinos, árabes, judíos; culturas y pueblos que han prestado más atención a ciertos aspectos de la realidad (el cuerpo, los sentidos y la relación entre éstos, la percepción del tiempo más allá del tiempo mismo, los sueños, la muerte, sus posibles reencarnaciones...), aspectos en buena parte relegados a segundos o últimos planos en Occidente por el racionalismo dominante...".
Libros autografiados por escritores contemporáneos, libros con comentarios de Julia al margen realizados mientras los leía y que fuimos testigos realizaba también en su segunda o tercera lectura. Vimos como lo hacía con La Epopeya de Gilgamesh (El gran hombre que no quería morir), el Mahabharata o El Principito. Pero además nos hablaba de la importancia de leer a Homero, leer el Corán, conocer La leyenda del Unicornio, El libro de las mutaciones, La Peste... Para nosotros fue una destacable noticia conocer tras su fallecimiento que la biblioteca de Julia había sido cedida por la familia para que permaneciera en Ferrol para su consulta y estudio.
Pero no puedo terminar sin volver a hacer mención al lugar preeminente que en su biblioteca ocupaban las obras literarias de Ramón J. Sender. Mucho cariño tenía a un volumen de "Réquiem por un campesino español", editado en México en 1971, prologado por ella. Prólogo de gran extensión, al que aconsejo acercarse a los que quieran profundizar en la obra de Sender, y que, tras releerlo días antes de fallecer, nos decía que ahora probablemente no lo hubiera escrito igual, considerándolo un "Requiem" más universalizable. Como curiosidad decir que en la portada de dicha edición aparecía titulado "Réquiem para..."; Julia en su prólogo especifica que el título correcto es "Réquiem por...". La valoración como persona y escritor que Julia hacía de su amigo nos condujeron a acercarnos a este autor que ella repetía no había sido suficientemente reconocido. Pero esa es otra historia.