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Conversaciones con Ramón J. Sender

Garrido, Juan Antonio - martes, 11 de noviembre de 2025
En el epílogo de "Réquiem por un campesino español" Sender escribe que hay que tener en cuenta que el cronista no puede evitar transmitir su propia filosofía de vida.

Aquí queda dicho antes de continuar mi comentario al texto que conocí a través de Julia Uceda (https://www.galiciadigital.com/opinion/opinion.38149.php) en el que destacaré entre las conversaciones grabadas y allí transcritas aquellas con las que más he disfrutado y aprendido.
Conversaciones con Ramón J. Sender
En la introducción Peñuelas opina que "Sender a través de su obra viene a decir que todos somos culpables de los males colectivos; que la línea entre el verdugo y la víctima, el santo y el pecador, no puede marcarse con claridad... Sender no idealiza a los humildes, a las víctimas, que aparecen con sus inevitables defectos y miserias... No se hace grandes ilusiones en cuanto a las posibilidades de un futuro feliz para la humanidad. El aspecto práctico y asequible de su actitud revolucionaria se orienta hacia un objetivo más modesto y concreto, hacia la posible eliminación de flagrantes y extremas diferencias económicas y de clase. Actitud expresada en sus obras siempre dentro de una realidad concreta y viva".

Un capítulo de las conversaciones está dedicado a comentar su faceta de novelista social. Reconoce Sender que sus novelas pueden ser revolucionarias, pero en un sentido distinto a otras del género porque él nunca glorificó a los de abajo, sino que los dignifica, sin idealizarlos, presentándolos con virtudes y miserias como los demás. Dice que hay maldad en los dos lados pero que la diferencia está en que los poderosos envilecidos no tienen disculpa.

En el transcurso de las conversaciones Sender opina sobre varias de sus obras. Resume el propio autor su obra Réquiem por un campesino español diciendo que es simplemente el esquema de toda la guerra civil. La considera una novela con una dimensión social muy acusada.

De especial interés me ha resultado también el capítulo en que Sender habla de su relación con otros escritores. Relata que conoció a todos los de la generación del 98 excepto a Azorín. Se detiene especialmente en Baroja, hombre con importantes complejos según Sender. Reconoce su falta de afinidad artística con los de la generación del 27. Conoció también posteriormente a Miguel Hernández. Pero con el que más afinidad reconoce es con Valle-Inclán. En resumen indica que se sentía al margen tanto de los del 98 como de los del 27: "Mi vida social era con gente conspiradora contra la monarquía y con gente del pueblo. Yo me he entendido siempre muy bien con la gente del pueblo".

En el capítulo que Peñuelas titula "Sobre el oficio de escribir", Sender explica que el escribir como periodista le obligaba a limpiar de redundancias y repeticiones el material que llegaba a su mesa dejándolo reducido a la esencia informativa. Esto le permitió desarrollar la virtud de discriminar y no decir sino cosas interesantes, evitando ser aburrido. Para él, "Todo lo que es entretenido, como dice Baroja en sus Memorias, es siempre bueno".

Solo puedo terminar agradeciendo a Julia el haberme animado a acercarme a la persona de Sender y a sus obras, hasta entonces para mí desconocidas.
Garrido, Juan Antonio
Garrido, Juan Antonio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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