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A mí me importa un cojón,
por no decir ¡a mi plim!,
que a ti te llamen Charlot.
Tú eres Charles Chaplin.
Camilo Díaz. Camilo.
Estabas a gusto en JECSA
que era el nombre de tu equipo.
Eras, Camilo, y aún eres,
amigo de tus amigos.
Pedro Cuesta, Pedro Cuesta,
construías las piraguas
que alguien llama barquichuelas.
Tú hiciste una para
Otero y Paco Rivera.
Navegaron por el Miño
con ella, sí, Pedro Cuesta.
Cabarcos.
Este es Cabarcos,
jugador de fútbol sala.
Dominaba el balón
-al menos, tenía fama-,
y a veces, o muchas veces,
el perder le cabreaba.
Al doctor Bravo Lozano
no le llaman matasanos,
que es un nombre muy ruín.
Lo pinto sin su batín
que es un batín de doctor.
Sin/con él cura el dolor
así que, ¡qué más da!
Bravo Lozano aquí está.
Ramiro Rueda. Ramiro,
el hombre de los yogures.
Es un hombre al que admiro.
Sus yogures me gustaban
y lo proclamo y lo digo.
Tino Castro, Tino Castro,
te apasionaba el fútbol,
y tu segundo apellido
lo recuerda: es Russo.
De pequeño, eras Pepito.
De mayor, yo no lo sé.
Tal vez te llamen José,
que es un nombre más bonito.
¿Tú te das por enterado
cuando te llaman Rufián?
Eres calvo, más bien calvo.
¡Cómo jugaba el balón
a pesar de ser muy calvo!
Se deleitaba en el gol.