El cosaco y el putero

Dios los cría, y ellos se juntan. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, permanentemente está que se sale, que no es lo mismo que estar permanentemente salido, cual es el caso de su amigo, el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi.

Este ex agente de la terrible KGB, criticó a la Justicia italiana afirmando que si Il Cavalieri fuera gay, no le habrían tocado ni un pelo. Si total solo le condenaron a siete años de prisión por practicar sexo con una menor. En realidad con la corrupción existente en el país que preside eso es pecata minuta.

¿Qué pasa en Rusia para que exista tal sentimiento homófobo en sus clases dirigentes? ¿Sigue instalado el fantasma de Stalin en el Kremlin? Putin acusa a occidente de reconocer los mismos derechos a familias convencionales y a parejas del mismo sexo. Dios y Satan al mismo nivel.

Los rusos no se merecen mandatario tal, como en su día tampoco se merecieron al suyo los itálicos. Un cosaco y un putero no pueden representar a nadie, y menos si en pleno siglo XXI identifican a homosexuales y lesbianas con el mismísimo Lucifer. Nunca me costó imaginar a Putin en la Gran Lubianka, nombre por el que era conocido popularmente la sede de la KGB en Moscú, interrogando a detenidos con métodos poco ortodoxos. Y ahora menos.