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Pablo Mosquera en la sanidad pública

jueves, 26 de septiembre de 2013
Testigo de honor

Con motivo de la intervención quirúrgica que, al parecer se está llevando a cabo en la Clínica Universitaria "Quirón" de Madrid, se practica en la maltrecha cadera del Jefe del Estado en el reino de España, se plantea el debate sobre sanidad pública o privada, a la hora de elegir garantías para diagnóstico, tratamiento y pronóstico de una dolencia susceptible de ingreso para cirugía hospitalaria.

Buena oportunidad para aportar mi propia y larga experiencia, en favor del sector público de la sanidad española, repartida entre la responsabilidad competencial de los fragmentos de Estado que componen el Estado de las Autonomías, hoy, en franca decadencia, por el desajuste entre ingresos y gastos para controlar el déficit final de ejercicio y controlado por la Troica prestamista y diseñadora de la política económica del sur de Europa, que en España nos lleva a mantener e incrementar cifras de más del 26% de tasa de paro sobre población activa con derecho al trabajo.

Cantidad y calidad. Conviene explicarlo. La Sanidad pública es fuente de riqueza y empleo estable con salarios dignos. La Sanidad pública genera riqueza sobre el territorio en el que influyen sus equipamientos y servicios. La Sanidad pública es una de las tarjetas de presentación con más prestigio que puede identificar el cambio de la España moderna y de calidad de vida ciudadana del último tercio del siglo XX. Los otros dos son, a mi entender, el acceso a la educación universitaria, y la presencia de magníficos y cuidados equipamientos culturales, que permiten la defensa de nuestro patrimonio -tercera generación de los derechos humanos, convertidos en derechos del ciudadano-, que redunda en la oferta turística de calidad, en un país que resulta ser la tercera potencia mundial en tal actividad económica del sector servicios.

Cuando decimos que cualquier personaje -VIP- puede elegir con máxima garantía el sector público para ser atendido de cualquier dolencia, estamos presumiendo, con todo honor, de haber hecho bien los deberes.

De la Sanidad: provincial, municipal, fundacional, religiosa-caritativa, se pasa a la red de instalaciones asistenciales de la seguridad social, dónde se forman los mejores facultativos especialistas y se dispone de los sistemas más cualificados de atención integrada e integral de la enfermedad.

La puesta en escena del sistema MIR, como fórmula para adquirir la condición legal de médicos especialistas supuso, tanto la formación reglada de los nuevos facultativos en las diferentes materias que garantizaran la adecuación del médico a las nuevas técnicas diagnósticas y terapéuticas en un medio hospitalario dotado de las modernas herramientas al servicio de la medicina, el inicio de lo que sería la carrera profesional del médico -asistencia, docencia e investigación-, el trabajo en equipo multidisciplinar con arreglo a protocolos y guías que nos han llevado a la medicina basada en la evidencia clínica, y por fin, garantizar la cantera de los mejores para ocupar servicios y departamentos clínicos y quirúrgicos en régimen de jerarquización en funciones y responsabilidades. El esquema que se desarrolló en los países más avanzados del planeta, se organizó e implantó en España, gracias a la seguridad social y sus centros, todo ello en favor del paciente que sabía y sabe, cuando acude a un hospital, de los conocimientos y capacidades del personal sanitario a quien confía su derecho a la salud.

La mejor prueba de lo que señalo es, como los hospitales clínicos terminaron por volcar a sus mejores facultativos, a los hospitales de la red pública de lo que hoy se conoce como Servicio Nacional de Salud, y como tales centros son, el soporte de la Universidad.

Mi experiencia me llevó a formar parte de los tribunales que nombraron por méritos objetivos a los médicos de las plantillas de estos centros, terminando así con la política paternalista de hospitales en los que el maestro-profesor-jefe decidía, quienes ocupaban las plazas de médicos adjuntos y jefes de sección, en un rito de lealtad a la escuela-cátedra.

Para ser Jefe del servicio de medicina preventiva y salud laboral del Hospital "Santiago Apóstol" del servicio vasco de salud en Vitoria, tuve que aspirar a la convocatoria pública de la plaza, y superar las pruebas: Curriculum vitae, examen escrito, examen práctico y entrevista.

Más adelante, tuve el honor de juzgar a los aspirantes para plazas en propiedad de médicos en: Alava, Galicia y Asturias.

Se puede comprobar a través de la historia de: actas, boletines oficiales y medios de comunicación social, que fui miembro de tribunales, en las especialidades de.

Alava: Medicina Preventiva, Farmacia Hospitalaria, Medicina Interna y especialidades clínicas, Pediatría, Anestesia y Reanimación Cirugía general, Traumatología, Oftalmología, Urología, Otorrino, Toco Ginecología, Rehabilitación, Hematología, Análisis Clínicos y Bacteriología, Neurofisiología, Radiología y Medicina Nuclear, Medicina Intensiva y Urgencias, Salud Laboral y Medicina de Familia.
Galicia: Burela-Lugo: Todas las anteriores menos Medicina Nuclear, Medicina Intensiva, Medicina de Familia y Neurofisiología.
Asturias: Jarrio: Urología, Traumatología, Anestesia y Reanimación. En este lugar, para los máximos responsables de las unidades.

Las quejas sobre el sistema sanitario español, aun no justifica que se le compare con la red (?) de centros privados, algunos de enorme prestigio, como los barceloneses: Clínica Quirón, Clínica Tecno, Fundación Puigvert, Fundación Barraquer, Fundación Gil Vernet. Los que mejor conozco por mi formación en la olímpica ciudad picassiana de Barcino.

Mi experiencia personal comienza en Madrid, dónde hablar de La Paz o de Puerta de Hierro, era mentar las mejores técnicas asistenciales, los mejores especialistas y la mejor formación para las nuevas generaciones de médicos jóvenes, hoy precisamente, jefes de servicio en la red de Hospitales públicos más prestigiosa de Europa.

Pero, es que hay mucho más, que los grandes hospitales en los grandes núcleos urbanos. No hay provincia de España que no cuente con un magnífico hospital, donde trabajan, de cara a los derechos del ciudadano, sin duda, los mejores facultativos del territorio. Incluso, la figura de los hospitales comarcales de la red del Servicio Nacional de Salud, es todo un éxito.

Un hospital comarcal es: vigía permanente del derecho a la salud de la población; empresa pública que genera riqueza y empleo para la comarca; punto de encuentro de universitarios que promueven con sus inquietudes, el nivel de cultura y exigencia a los poderes públicos, para mejor proveer ente el derecho ciudadano, desde la condición de contribuyente fiscal.

Lo mejor de los hospitales públicos, la formación integral de sus sanitarios. Lo peor, la politización pera el nombramiento de sus gestores, dónde el mérito consiste en ser militante del partido que gobierna, o ser dúctil y manejable para los grupos de presión que hacen negocios a costa del mal funcionamiento de los servicios, con esa insoportable derivada que conforman las listas de espera.

S.M. habría cometido un grave error, marchándose a Estados Unidos para operarse de la cadera, tanto por el desaguisado -no previsto- que ocasiona la ausencia del Jefe del Estado, aun cuando reina pero no gobierna, como por el desprecio al propio Servicio Nacional de Salud de España, precisamente cuando sus plantillas gritan contra los recortes que amenazan su nivel y capacidad.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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