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D. Carlos María Rey-Stolle Pedrosa (Marino y aviador)

martes, 13 de septiembre de 2005
D. Carlos Mara Rey-Stolle Pedrosa (Marino y aviador) Este laureado marino y aviador nació en Barcelona en 1916, hijo del Magistrado de la Audiencia Territorial de esa provincia D. Alejandro Rey-Stolle Raviña y de Dª Mercedes Pedrosa Miranda, ambos gallegos de pura cepa, con vínculos familiares y posesiones en Coea, Castro de Rei.

Cuando solamente Carlos Mª tenía diecisiete años ya se había definido políticamente como “conservador de aquellos valores promulgados por José Antonio Primo de Rivera", formación que matizo después de un largo viaje por la mayor parte de los países europeos. Ya de nuevo en su ciudad natal donde estudiaba leyes en la universidad, y en ella gustaba con sus compañeros hablar de política, haciendo verdaderos corrillos de seguidores, adversarios y curiosos. Pero si los estudios le ocupaban la mayor parte del tiempo, la sobresaltada situación política española le preocupaba, aun tenía tiempo para ampliar su profunda formación moral y espiritual, además de la practica habitual de ciertos deportes, entre ellos el hockey, del que no salió bien parado, pues un día partió un diente, lo que en cierta medida le apartó bastante de dicho deporte.

La vida del futuro marino, transcurre más o menos feliz, aunque superando la normal tristeza que supone haber perdido a la madre, doña Mercedes Pedrosa, que falleció en 1925; años mas tarde también fallecería su hermana María Pilar Rey-Stolle Pedrosa.

Lo mismo que aun lo siguen haciendo sus descendientes y demás miembros de la familia Rey-Stolle Pedrosa gustaban de pasar las vacaciones en su casa de campo en Coea, donde Carlos María jugaba al ajedrez con sus amigos, montaba a caballo, leía selectas obras y sobretodo los domingos nunca faltaba a la misa, que en altar portátil se celebraba en casa, virtud del extraordinario privilegio concedido en Roma a su padre D. Alejandro Rey-Stolle. A lo sazón D. Alejandro Rey-Stolle, concretamente el 14 de abril de 1931, coloca la primera piedra del monumento al Sagrado Corazón de Jesús. Cuyos pianos habían realizado sus hijos jesuitas. Y con tal ahínco trabajó la familia y también el pueblo (los vecinos de Castro de Rei), el 9 de septiembre, fiesta de san Pedro Claver, ya se inauguraba el esbelto monumento, primero al Sagrado Corazón en Galicia; ocupándose todos los años Carlos María de organizar una fiesta a modo de cumpleaños del monumento.

Repartía Carlos Mª sus vacaciones entre Coea y Coruña, siendo en la ciudad herculina donde recibe la triste noticia del fa-llecimiento de su hermano José María, jesuita, con 22 años. Había entrado en el Colegio de Jesuitas de Zaragoza a los 17 años; se estaba preparando para una de las misiones más difíciles, la de Alaska, y encontró la muerte cuando hacía alpinismo en Gresoney, Italia.

El ambiente político en que se ve sumergido nuestra patria es indudablemente anticlerical, quema de templos, asesinatos de religiosos y religiosas, expulsión de la Compañía de Jesús, y así un largo etcétera del que la familia Rey-Stolle, directamente no se vio libre, pues incluso D. Alejandro, a la sazón magistrado de la Audiencia Territorial de Barcelona, fue “tachado” de poco reverente con el régimen por tener en su despacho un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús que medía más de un metro de altura.

Mientras tanto en la universidad las posiciones enfrentadas con frecuencia se llegan a enzarzar en verdaderas y tribales batallas campales. Carlos María defiende a pecho y espada la fe católica, forma parte de la adoración nocturna, participa en la formación espiritual de catequistas, y se identifica políticamente con los ideales conservadores.

Con aquel ambiente se temía lo peor, y ello ocurrió el 18 de julio de 1936, comenzando la Guerra Civil –en la que a nuestro parecer no hubo vencedores ni vencidos, todos salieron perdiendo–.

La familia Rey-Stolle Pedrosa se hallaban en Coea, habían llegado el día 10 de julio, y allí se enteraron que su casa de Barcelona había sido saqueada, desapareciendo, joyas, objetos de plata y recuerdos antiguos de familia. Despojándose en Coea de las pocas joyas de oro que aún tenían y así poder ayudar a la "causa”.

El joven abogado Carlos Mª, consulta con sus familiares más cercanos y decide alistarse como voluntario en la falange gallega, teniendo ciertos problemas de admisión; siendo rechazado por el comandante Barja Quiroga, para luego prestar servicio de armas en Coruña. Por cierta recomendación, embarca como voluntario en crucero Canarias; el cual abandona el puerto coruñés el 16 de septiembre de 1936, yendo al frente del mismo el comandante D. Francisco Basterrenche. El día 28 del mismo mes el Canarias entra en combate en el Estrecho de Gibraltar; Carlos María es ya jefe del cañón san Miguel, y a su mando tiene catorce hombres.

En esta "primera jornada de lucha es hundido el Almirante Ferrándiz, pereciendo más de cien soldados, y salvándose unos cuantos que fueron recogidos por el Canarias y el barco de pasajeros francés Toutoulia. Frente a las costas de Rosas participó en otro ataque naval contra un buque de la República que fue hundido y contra el cuartel de Carabineros, causando numerosas bajas. En las costas almerienses participa en la destrucción de los depósitos de combustible y de la defensa antiaérea. Esta larga lista prosigue con el ataque y hundimiento del mercante Manuel, que había intentado escaparse; el apresamiento del Ciudadela (barco correo entre Barcelona y Mahón); hundimiento del barco ruso Kousomol, que transportaba explosivos para las fuerzas republicanas, el cual desobedeció las ordenes de detención, respondiendo al Canarias con ametrallamiento de este, salvándose la tripulación formada por 34 hombres y 2 mujeres.

En la campaña de Málaga fueron hundidos numerosos barcos, lo mismo que en el combate frente a las costas de Estepona, entablándose duro enfrentamiento con las fuerzas enemigas que duró desde la siete de la mañana a las tres de la tarde, y donde corrió el Canarias serio peligro. El día 6 de enero de 1936 el con la ayuda del Baleares entablan duro bombardeo contra una base camuflada de aviones; resultando seriamente dañado dicho buque, lo que supuso su inmediato retorno al Ferrol, y así poder ser reparado. A consecuencia de esta urgente puesta apunto Carlos María Rey-Stolle disfruta de un corto permiso de 48 horas que intensamente aprovechó para acercarse a la casas de sus padres en Coea, llegando de noche, a pie desde Quintela, y completamente empapado. Pasó la noche contando lo que para él supuso aquellos meses de guerra, las numerosas veces que tuvo la muerte como compañera... pero sobre todo restando siempre importancia a este tema. Al siguiente día regresa a la ciudad herculina, donde aprovecha otro permiso de unas horas para acudir a la Catedral compostelana a postrarse y abrazar a su patrón, Santiago. El 4 de marzo de 1937, ya el Canarias se halla reparado y parte con rumbo a las frías aguas del Mar Cantábrico, donde como primera misión de guerra intercepta un barco tipo galerna de 1.000 Tn. que iba muy bien armado, el cual al desobedecer las ordenes que se daban e intentar escapar fue hundido y con su hundimiento tubo la primera baja el Canarias falleciendo el guardia marina Chiriguine que le habían sido apuntadas las dos piernas, falleciendo a las dos horas; la lucha no cesa y si un día hay combate al siguiente también, el peligro acecha para este marino tan vinculado a Castro de Rei no da importancia al fantasma de la muerte que en cualquier momento puede llegar, en la abundante correspondencia sostenida con sus familiares y sus amigos en raras ocasiones habla del peligro y mucho menos del miedo parece desconocer dicha palabra. Para continuar con el relato biográfico, decir que al siguiente día lograron hundir varios barcos enemigos, sufriendo el buque las consecuencias de la metralla. El Velasco recoge el cadáver del guardia marina, que iba cubierto por la bandera nacional, el capellán del buque, padre jesuita, reza un responso por el alma del finado.

El día 8 de marzo de 1937, participa en el apresamiento y toma del Mar Cantábrico, que transportaba gran cantidad de material bélico. A mediados de mayo del mismo año el Canarias abre fuego contra un destructor de la República, estando apunto de ser hundido, causándole numerosas bajas a su tripulación.

Carlos María, decide en agosto del 37 cambiar el casi diario combate que sostiene el Canarias contra las fuerzas enemigas por la todavía más arriesgada misión de ser piloto militar, y así poder luchar en los peores frentes. En una carta mandada a su hermano Alejandro, le dice que de no poder ser aviador se alistaría para los carros de combate o en la Legión; cosa que ya no le fue necesario dado que el 26 de octubre del mismo año, después de haber pasado casi catorce meses en el Canarias, donde había sido jefe del cañón n°6, deja, con pena a sus compañeros y también el arma.

Atrás quedaban noches en vela, momentos difíciles, compañeros que ya no están, discurso de despedida y propuesta para la Laureada Colectiva, que fue concedida. Logra superar unos duros exámenes, tiene que hacer mucha instrucción, gimnasia, y estudia. Al fin llega otro día de esos deseados, fue el 7 de diciembre, en un gran autobús en compañía de otros colegas se traslada a Badajoz para formarse en la Academia de Aviación, donde primeramente debía de sacar el titulo de Piloto Civil para luego proseguir sus estudios en la Escuela de Transformación, que entonces se hallaba en Jerez de la Frontera, donde conseguiría la graduación de alférez de Aviación. La vida militar en la Academia Aérea era aura dando comienzo la jornada para Carlos María a las seis de la mañana. Si como si acaso ello fuese poco, sufre un accidente (19.11.38) del que sale ileso, pues al despegar la nave perdió una rueda, no habiéndose percatado el piloto de tal hecho hasta intentar aterrizar, no pudo el arriesgado aviador hacerlo en dos veces consecutivas, a la tercera lo consigue pero vuelca la aeronave; como si nada hubiese ocurrido al siguiente día volvía a rasgar los vientos con la misma tranquilidad de siempre.

Para Carlos María, tuvo gran importancia la fecha del 6 de abril de 1938, aquel día juró bandera con la graduación de alférez “sobre la manga izquierda lleva bordada la Laureada”; seis largos días después, y casi dos años lejos de su familia, vuelve a reencontrarse con los suyos, ello lo refleja en una carta mandada a un amigo desde la “Casa de Portouteiro”. También en este domicilio recibió el telegrama que le comunicaba la superioridad su destino, el cual no era otro que el de combate. Debía de incorporarse a las fuerzas destacadas en el aeródromo de Gallur, cercano a Zaragoza, se presenta el 22-4-1938, sufriendo a los pocos días otro accidente, al quedarse bloqueados los mandos de su avión, viéndose obligado a saltar en paracaídas, mientras con tristeza observaba como se estrellaba el aparato; ello le restó cierta puntuación a su brillante hoja de servicio, pero aún así el 17 de julio del 38 al ser clausurado el primer curso de la Escuela de Caza de Gallur, obtiene el número dos, siendo destinado como piloto a la heroica y brillante Cadena (caza de asalto de protección de Infantería), teniendo por base el campo de Candé, donde fue piloto de un Heinkel 51 (de costados verdes y grises) que llevaba el número 2-27.

A los pocos días una orden del Alto Mando ordena se incorpore al frente de combate, el destino no era otro que el “frente del Ebro”, en él estuvo Carlos María más de tres meses, aunque en distintos destinos. El 7 de septiembre de 1938, pasa a prestar servicio en el Fiat al mando de García Morato. El 9 de septiembre del mismo año, realiza su último servicio; la despedida de la Cadena, teniendo que salir aquel mismo día a combatir dos veces; en la segunda salida fue el aparato que pilotaba alcanzado por un proyectil de ametralladora, intenta el piloto retroceder a tierra dominada por los nacionales, hecho que le resulta casi imposible, pero al fin lo consigue, luego realiza un aterrizaje forzoso que no tuvo mayores consecuencias, observando cuando baja del aparato que había aterrizado con las seis bombas ultrasensibles que milagrosamente no habían estallado.

Es traslado a nuevos destinos, Logroño (17 de septiembre), Gallur (24 del mismo mes), nuevamente es reincorporado a la Cadena, pues dos altos mandos militares lo disputan para sus respectivas unidades.

El 26 de septiembre, zarpan doce aviones de combate con destino a Córdoba, entre ellos iba el laureado alférez Carlos María Rey-Stolle Pedrosa. Nuevamente entra varias veces en combate contra las fuerzas enemigas, no teniendo mayores percances; siendo trasladado a finales de diciembre de 1938 a León para incorporarse al grupo 5-G-5 de aparatos nuevos, donde pilota un moderno avión de combate He.112.

En León Carlos Mª, y otros compañeros se hacen cargo de los modernos aviones para trasladarse al improvisado aeródromo de Balaguer, donde el laureado Comandante García Morato, tuvo a sus órdenes sesenta aeronaves pilotados por otros tantos oficiales. Allí también estaba de piloto su primo Jacobo Pedrosa, lo que supone para ambos momentos felices, y como no también de riesgo. Participa en la toma de Barcelona, y en infinidad de reconocimientos aéreos por tierras de Soria, Guadalajara, etc...

Cuando la guerra ya había terminado, y el pueblo español se disponía a salir adelante como fuese, los héroes de las Cadenas estaban de luto, la muerte del laureado comandante García Morato, del capitán Pardo, Rogelio, Wenceslao, hunde en buena medida el corazón del marino y piloto Carlos María.

Es a mediados del mes de octubre de 1939, cuando indirecta-mente se entera que sus superiores lo estaban o pretendían propo-nerlo para futuro profesor de una Academia de Aviación, cosa que no le agrada nada, logrando quedar en el mismo destino que venía ocupando, hasta que el día 31 de octubre recibe una llamada del jefe al grupo para comunicarle que el comandante telefoneaba que fuera a buscar un Messerchumidt que había dejado en el campo de Soria; le acompaña en el viaje que realizaba en una avioneta Fiat, y después volver él en el “Messer”. El hecho se troncó en accidente estrellándose contra una montaña por falta de visibilidad a causa de la niebla, quedando el aparato totalmente destrozado pero los dos pilotos salvaron la vida, aunque resultaron heridos de cierta consideración pudieron valerse por sí solos hasta que fueron recogidos por los habitantes de las casas cercanas (a unos ocho kilómetros), desde donde telefonearon, y les fueron hechas las primeras curas. Y a los pocos días como si nada hubiese pasado de nuevo a la rutina diaria, a realizar los vuelos de rutina o los que la superioridad ordenaba. Pero en su mente está dudosa, y así lo deja ver claramente y sus cartas, tiene que decidir lo que va a ser, abogado, militar o religioso igual que su hermano. No lo sabe, duda...

El triste final le llega a Carlos María Rey-Stolle Pedrosa, una tarde del mes de noviembre de 1939, después de haber regresado a Logroño en una avioneta Taifun 44. Ese mismo día por la tarde decide salir a volar aunque no tenía obligación, e incluso sus compañeros quieren hacerle cambiar de idea, pero el destino así lo quiso. Salió a volar, toda la maniobra había sido perfecta, al decidirse a tomar tierra observa que el plano fijo no le obedece, y el aparato se encabrita hasta alcanzar un ángulo cercano a los 90 grados, estrellándose la aeronave en las misma orillas del río Ebro, cuyo impacto, que exteriormente no presentaba mayor importancia había provocado en la cabeza del aviador un fuerte golpe en la zona occipital conllevando la rotura mínima en el cráneo, y otro sobre la ceja izquierda, también con fractura de hueso, lo que le provocó la muerte en muy poco espacio de tiempo.

Era aquel el quinto accidente aéreo de su vida, el más sencillo, el aparentemente menos peligroso, pero el que acabó con la vida de aquel valiente marino y aviador El marino que alguna vez había escrito “es que un ángel en la tierra no puede vivir”.
López Pombo, Luis
López Pombo, Luis


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