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Maquinistas lentos

lunes, 29 de julio de 2013
Sorprende el número de periodistas que estos días, tras el descarrilamiento del Alvia Madrid-Galicia que provocó 80 muertos, revelan tener familiares trabajando en Renfe: este cronista, también.

Lo que parece generar corporativismo con los empleados y que hagamos culpables a la empresa o al Gobierno.

Así, presentamos como víctima a nuestro compañero maquinista Francisco José Garzón, que cerca de Santiago llevaba el tren a 190 por hora cuando debía ir a 80.

Pero, imaginemos a Garzón conduciendo un autobús de dos pisos con 80 pasajeros a 120 por una autopista, entrando en una carretera común a igual velocidad.

Tras la muerte de los viajeros ningún periodista buscaría excusas alegando que allí no había tantos carriles como en la autopista: hablaríamos de un exceso de velocidad criminal.

Pero sobre este maquinista, que ni siquiera tenía que conducir nada porque iba por una vía sin otros vehículos, sobre él no queremos hablar de imprudencia criminal.

Primero, por esa endogamia ferroviario-periodística, y segundo, porque debemos culpar al Gobierno de Rajoy-Pastor, aunque esa línea y sus características son de Zapatero-Blanco.

Pero ni unos ni otros tienen culpa alguna, sino sólo hay un personaje sin sentido de la responsabilidad que ha admitido ante el juez su irresponsabilidad.

Se da pábulo a Sindicato de Maquinistas, que defiende a Garzón, cuando no merece crédito por su corporativismo y por su abuso de un poder omnímodo, con el que descontrola el país cuando lo desea, como los controladores aéreos.

Si no fallaron los frenos del Alvia es que no se accionaron. Peor: el maquinista seguía apretando el “botón de hombre muerto”, que detiene el tren si sufre cualquier percance.

Esa palanca, que es como el acelerador de un coche, lo contiene si se levanta.

Algunos maquinistas declararon a El País que en el punto del accidente suelen ir a 130 por hora. Tremenda revelación: ¿pero en qué manos homicidas están nuestras vidas?

A Garzón le llamaban “El Lento”, dicen sus compañeros, lo que quizás explique que en 2012 escribiera un mensaje anunciando triunfante que iba a 200 por hora.

“Ya no soy El Lento”, parecía decir. Desgraciadamente, ya no.
Molares do Val, Manuel
Molares do Val, Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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