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Obituario: Mª Mercedes Prieto Arias

martes, 23 de julio de 2013
Con su óbito la generación siguiente al matrimonio PRIETO-SOTO acaba de periclitar.

Tarde lo supe, aunque estas noticias siempre se llegan a saber a tiempo, para acudir a despedirla, la hermana mayor de los seis vástagos del tío Andrés y de su esposa, la tía Mercedes quien apenas pudo disfrutar de sus hijos ni por tanto ellos de su madre al haber fallecido en plena juventud.

Quizá por eso Maruja, la dulce, la mina de encanto, la llena de gracia y de gracias humanas y sobrenaturales afrontó el deseo de sus otros cinco hermanos, el primero el más joven, como si se sintiese obligada a cobijarlos en el manto de aquella maternidad que no habían podido disfrutar en su infancia.

Siempre he manifestado que, ignoro la razón, a todos los muertos se los ensalza. Por muy bellacos que hayan sido en su vida.

A Maruja no se precisa hacerle la menor ponderación. Quienes tuvimos la dicha de conocerla y de tratarla personalmente sobre todo tras su próspero y fructífero matrimonio premiado con igual número de vástagos que sus predecesores hemos podido comprobar el generoso uso de virtudes de que hizo gala a lo largo de su dilatada vida. ¡Y cuidado que no le faltaron pruebas!. Pero la entereza, dando al término resignación un concepto taumatúrgico, así como haciendo metafísica de la paciencia le permitió sobrellevar su viudez, avatares puntuales poco promisorios, hasta dar descanso a una nieta que es como una duplicada vulneración de las leyes naturales.

Ni por tu piel, blanca y nacarada ni por la etimología de tu apellido has ido por la vida nunca apresurada o apretada sino con desprendimiento y amor a los tuyos a quienes en silencio pero con total eficacia entregaste tu existencia. De ti como del Rabino de Nazaret puede decirse que pasaste por el mundo haciendo el bien y, como el poeta refiriéndose a áquel “pasó por estos sotos con presura, y yéndolos mirando, con solo su figura vestidos los dejó de su hermosura”. Con la plena presunción de decencia, hoy omisa en el mundo que nos rodea, te deseamos la paz en tu descanso y proponerte como modelo de tus sucesivas generaciones.
Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


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