Berlusconi,el dueño de nuestra TV

BERLUSCONI: AQUEL DÍA EN MILÁN

—– Hola, ¿Eres “Cherardo”? Me dijo Abilio que te llamara. Quiero invitarte a venir a Milán de parte dil “Dotore” Berlusconi… Te ponemos avión privado.

Era la voz de Valerio Lazarov al que yo había conocido en Televisión Española en mis años mozos, aunque él ya no se acordara de mí. Siempre me pareció un tipo imaginativo, buen realizador pero… demasiado ambicioso para comer con él.

Abilio Bernaldo de Quirós, el mejor director general que tuvo y tendrá la Compañía de Radio y Televisión de Galicia, no había correspondido a la invitación de Valerio, pero le dirigió a mí como director de la TVG, por si el asunto tenía interés. Y lo tenía pero no empresarial, sino periodístico.

Por eso fui, de paso que iba a Cannes, al MIPCOM, acompañado por José Ángel Rodero, entonces director de programas de TVG. Fuimos en un vuelo normal de Iberia, Santiago-Madrid y Madrid-Milán lo que al “Dotore” ya no le gustó nada.

El caso es que, en un solo día de aquel otoño de 1978, nos enteramos de cómo iba a ser el desembarco del imperio televisivo Berlusconi en España y que tipo de novedosos programas iban a aportar. Desde entonces, el mismo estilo de TV que vimos en Milano Due, donde está el corazón del imperio, se aplica en todos los canales del “Dotore”.

Que a nadie le quepa duda, él es el verdadero dueño de la mitad de las cadenas de televisión privadas españolas, esas que triplican la publicidad permitida, que utilizan la basura como reclamo y a cuyos presentadores y presentadoras se les permite un lenguaje barriobajero de los que dan vergüenza ajena.

De Berlusconi lo único que me interesa realmente es esto…

—- ¿Quién o quienes se vendieron al oro italiano para que un señor tan esperpéntico se hiciese con las concesiones por las que también pelearon los grandes capos españoles de la comunicación?

La respuesta, veinte años después, será imposible. Pero esa es una de las causas de la situación del audiovisual en España y de algunas de sus prácticas hasta entonces impracticables.

Dicho esto, todo el mundo sabe que es un paleto que ni una inmensa fortuna fue capaz de pulir; que se dedicó a la política para preservar sus “múltiples bienes” en Italia y en Europa; y que es un golfo de armas tomar.

Su inhabilitación de por vida por prostituir a menores llega tarde y jamás cumplirá los siete años de cárcel a los que acaba de ser condenado. Primero porque las penas no son de “aplicación inmediata” cuando hay un recurso de por medio. Y segundo porque, los abogados de Berlusconi estarán recurriendo sentencias de por vida, hasta que el “Dotore” emprenda el camino que conduce a la oscuridad.

Yo les pediría a sus “socios” en España que, cuando menos, dejen de arremeter contra las televisiones públicas, únicas garantes de la dignidad profesional. Por lo demás, allá los italianos y su Justicia…