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Bretón nunca fué presunto

sábado, 22 de junio de 2013
CONDENADO POR EL PUEBLO

La verdad que lo ves entrando en la Audiencia de Córdoba junto a sus “escoltas” y parece un “mosquita muerta”, incapaz de asesinar a nadie; incluso te parecería el retrato andante de marido ejemplar si lo vieras solito, caminando por el parque aquel. Pero… ¡Amigo!… Lo miras sentado en el banquillo, sin pestañear, con la mirada fija en sus interrogadores y cambias de criterio…

Ahí José Bretón ya te parece un asesino mentiroso, sin entrañas y despiadado, ya no solo por matar a sus dos hijos sino por como lo hizo y la forma de comportarse que tiene ante la sociedad, lo que le convierte también en el más mediático de los asesinos, en los últimos tiempos.

Este es el caso del siglo. Fíjate si ha despertado interés, que han venido periodistas de medio mundo a seguir el juicio y en mi aldea, Carreira, que está a casi dos mil kilómetros de la Córdoba de los califas, no se habla de otra cosa…

—- ¡Fai falla non ter entrañas para matar os teus filliños!

—- Un cabrón disgrasiado asesino é o qué é o anano ise…

Y yo aquí, tras leer los periódicos, fijarme en las acusaciones de la Fiscalía y comprobar la chafallada de la investigación inicial del caso por parte de la Policía, he de convenir que José Bretón nunca fue “presunto”. No. Siempre fue asesino, sin aditivos lingüísticos que mitigasen sus dos escalofriantes crímenes.

José Bretón ya está condenado de antemano y esto, perdón por el atrevimiento, deja en entredicho la aportación al caso de un jurado popular, por muy bien elegido que sea, y por mucha integridad y conocimientos del asunto que tengan sus nueve miembros.

En mi modesta opinión nosotros no tenemos nada que ver con los yanquis ni con esas películas donde los letrados estudian los perfiles de los jurados, los rechazan y los aceptan, según convenga o no a su cliente. No, nosotros somos más partidarios de los profesionales y aún más en estos casos donde la alarma social puede convertirse en la casuística principal del juicio.

Me dirán los expertos en leyes que a Bretón siempre le quedarán recursos que subsanarían cualquier tipo de posible error; sí, efectivamente, pero también recordamos todos a Dolores Vázquez a la que condenó todo un pueblo por el asesinato de Rocío Wanninkhof, la hija de su amante; un crimen que, tras pasar por el mayor de los suplicios públicos y por la cárcel, se demostró que no había cometido Dolores. La gallega de Betanzos ha tenido que marcharse de España por escarnio popular, a pesar de resultar inocente. Dolores tampoco fue presunta.

Con estas reflexiones no quiero ser yo, tampoco, el que absuelva a José Bretón. No, Dios me libre. Ni mucho menos. Solamente afirmo que este tipo de juicios mediáticos estarían mucho más garantizados, por experiencia y conocimientos, si solo los interpretara un tribunal de jueces profesionales.
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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