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El colegio Preparatorio Militar

jueves, 13 de junio de 2013
MEMORIA DE LUGO

Cuarteles de la ciudad

Por un decreto se creaban cuatro colegios preparatorios militares para que los mozos que quisiesen ingresar en la Academia General Militar adquiriesen la instrucción necesaria. Al terminar el curso del año 1888, quedaban suprimidas las academias preparatorias establecidas en las capitales de distrito. El personal sería incorporado a los cuerpos a los que pertenecían o destinados al cuadro de reemplazo a disposición de los directores de sus armas.

Como no se podía establecer en Madrid, se invitaba a las poblaciones que tuviesen un edificio adecuado a que presentasen propuesta para cederlo temporalmente al ramo de Guerra. El edificio tenía que ser capaz para doscientos alumnos y tener todas las dependencias necesarias. Las obras de instalación estarían a cargo del Ayuntamiento que facilitaría alguna subvención para los gastos iniciales. El plazo terminaba en el mes de mayo.

El 29 de febrero de 1888, se reunía el Ayuntamiento en sesión extraordinaria para dar cuenta de una carta del diputado a Cortes por el distrito de Mondoñedo don Cándido Martínez Nocedal, que con don Manuel Becerra, se entrevistaron con el ministro de la Guerra para conseguir la instalación en el edificio construido para Asilo de las Mercedes.

El alcalde expuso el beneficio que reportaría al municipio, aceptando por unanimidad la propuesta, acordando ceder su parte del edificio, y que el alcalde gestionase con el presidente de la Diputación su conformidad ante el ministro de la Guerra.

Enseguida salieron competidores, y uno de ellos especialmente duro, don Eugenio montero Ríos, que trabajaba para conseguir que el colegio del noroeste de España se instalase en el Colegio de San Clemente de Santiago. La prensa local de esta ciudad daba cuenta de que en breve se comunicaría la concesión a las autoridades de la provincia. Pero también se decía que ya estaba concedido a Betanzos.

El 25 de septiembre, fue comunicada la concesión a Lugo por telegrama dirigido al alcalde interino por Manuel Becerra, Cándido Martínez Nocedal y Teolindo Soto. Inmediatamente convocó al Ayuntamiento, acordándose expresar su gratitud a los diputados y al ministro de la Guerra. Una comisión visitó a los gobernadores civil y militar para rogarles que transmitiesen al Gobierno su agradecimiento.

Colegios en Lugo, Trujillo, Granada y Zaragoza

Los Colegios preparatorios militares se crearon por Real Orden de 27 de febrero de 1888, en las ciudades de Lugo, Trujillo, Granada y Zaragoza. El cambio de gobierno, al acceder Sagasta a la presidencia, favoreció la candidatura de Lugo, ya que el general Cassola, ministro de la Guerra en el anterior gabinete, dejara extendidas las órdenes en las que se concedían los colegios. Según La Voz de Galicia, su sucesor, el general O´Ryan, no las tuviera en cuenta.

Lugo ofreció edificio y solicitó el colegio antes que Betanzos, pero también hicieron ofertas León y Santiago. Por Real Orden del mes de junio, se preguntaba al ayuntamiento de Betanzos si estaba dispuesto a dar 15.000 pesetas anuales de subvención, y nombrado para reconocer el edificio el capitán de ingenieros señor La Valle, se consideró como una concesión formal, cuando aún estaba sin instruir el expediente, no se sabía si el edificio reunía las condiciones requeridas, y no se podían comparar aún las ventajas que ofrecían las demás ciudades aspirantes.

Las obras de adaptación

En 1889 el arquitecto Nemesio Cobreros hizo una distribución para colegio, con aulas de dibujo, sala de estudio, gabinete de física, gabinete-laboratorio, clase de física y química, departamento de la tropa y camareros, taller del sastre y de los zapateros, cuarto de baños, dormitorios, cuartos de corrección, etc.

Se hizo la entrega del edificio al ramo de Guerra el 11 de diciembre 1890. El edificio fue destinado a Colegio Preparatorio Militar por Real Orden de 11 de abril y 22 de mayo de 1899, entregándose con el pabellón contiguo al mismo dispuesto para habitación de jefes y oficiales y del terreno adyacente.

El ayuntamiento tenía que dar una subvención anual de 15.000 pesetas, según lo dispuesto en la Real Orden de 31 de mayo de 1890. El coronel Antonio Serra, director del colegio, las reclamó en varias ocasiones para adquirir colchones para la enfermería, manteles para cuatro de las seis mesas del comedor, y poner más aseos para los alumnos. Pero el Ayuntamiento no tenía fondos y sólo pudo hacer un anticipo.
De Abel Vilela, Adolfo
De Abel Vilela, Adolfo


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