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Necesitan un bozal

jueves, 06 de junio de 2013
Vivir en España siempre resultó difícil. Algunos llevamos sentido mucho asco porque en nuestra juventud veíamos como mandaban los vencedores de la guerra, que era un conjunto de señoritos, oportunistas y borrachos cuyo único y exclusivo mérito era decir si, guana, al viejo Dictador. La arbitrariedad era el pan nuestro de cada día con la anuencia de unas autoridades eclesiásticas, que no sólo no se pringaban, sino que comprendían o justificaban aquel orden de cosas. Sin duda, excepto estos privilegiados, no se vivía bien, y quien se quedaba en el País estaba expuesto a sufrir esos abusos, que siempre eran obra de golfos esquiladores de marineros, campesinos u obreros.

Y digo esquiladores porque como a ovejas nos trataban. Apenas existían trabajos y mucho menos con el seguro en regla. Eso era un privilegio. Había muchas familias que pasaban hambre y la emigración era su única salida.

Estudiar en aquel régimen era un lujo, y el aprobar también, porque formaba parte de aquel sistema donde primaba la afectación al régimen o no significarse políticamente para así poder comprar puestos intranscendentes en la administración del Estado. Los vencidos bastante suerte tenían con estar vivos. El enchufismo se practicaba sin pudor alguno y los cargos relevantes se proveían con los delfines del régimen victorioso. Muchos de ellos ilustres inútiles, que así se garantizaban una nómina más que decente.

La mayoría de los desheredados emigraron, básicamente a Europa-Suiza, Francia, Alemania, Inglaterra eran los destinos más frecuentes-y, en gran medida, allí se quedaron muchos porque jamás se fiaron de lo que aquí se podían encontrar. Si acaso vuelven de vacaciones y todavía esperan que aquí cambien las cosas. Pero no, desgraciadamente, sólo cambia el decorado y las formas, pero no el fondo. Siguen existiendo las dos Españas de Machado.

Con la llegada de la democracia algunos se entusiasmaron, sin comprender que esa era una nueva función de teatro, donde los protagonistas eran reciclados por sus vástagos, y el juego parlamentario era una nueva forma de perpetuar el fondo de la cuestión. El Congreso se ha llenado de “demócratas”-no olviden el entrecomillado- y allí se alinean y vociferan, disfrazados en partidos, los nietos de aquellos señoritos defendiendo los intereses de las grandes empresas, mientras sus hermanos, en discretos segundos planos, forman los consejos de administración de compañías de gas, luz, grupos de comunicación u otras estratégicas empresas donde se ven recompensados con sustanciosos y millonarios beneficios. Si alguien lo duda, mírense los organigramas y verán que con tales chollos, hasta se convierten al vil capital aquellos que un día se postularon como referentes del cambio.

Cierto es que ahora hay crisis económica, pero también es cierto que, igual que en la Posguerra, hay quien come bien. Las crisis siempre son para los mismos. Y los privilegios también. Vean si no a los grandes banqueros y otros colegas, sean ellos políticos o altos ejecutivos, como se lo llevan crudo mientras los sueldos de los curritos bajan, las pensiones también o simplemente se roba, eso sí, con todos los pronunciamientos legales, con preferentes u otras zarandajas. No, no han perdido la vergüenza, ni el pudor ni los valores…no, no los han perdido porque jamás los tuvieron.

Simplemente han gozado de las prebendas que los han aupado a esos cargos, porque aquí jamás cambia nada, razón de Parménides, por más que andemos buscando en el baúl de la política. Sólo cambia el disfraz y, como dice el refrán, “Cambiarás de molinero, pero no de ladrón…”

Y no contentos con su nefasta gestión, estos políticos mediocres que nos ha tocado sufrir, parecen gozar de bula –privilegios que jamás debieron existir-y perdiendo el mínimo respeto a la inteligencia ajena, se dedican ahora a decirnos que en esta legislatura van a crear millones de puestos de trabajo; que irse a Europa no es emigrar sino turismo laboral; que las ayudas a los bancos no se llaman rescates sino otra estupidez; que la privatización de la sanidad y la educación es externalización de servicios y…hasta puede que hablen bien de su madre.

Se les ha olvidado que los diccionarios ya estaban inventados, que las falacias también…y que la palabra chorizo goza de una acepción muy acorde a su trabajo. La boda de la Gurtel era de pata negra. Por cierto, ¿qué hacía allí el incorrupto Fraga? ¿ El caldo gordo?.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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