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Turistas o veraneantes

Mosquera Mata, Pablo A. - lunes, 03 de junio de 2013
No es lo mismo. En el Mediterráneo, en Ibiza o en la Costa del Sol, hubo turismo cañí: sol, suecas y agua templada. En nuestra mariña que limita al norte con Inglaterra, mar de por medio, hubo familias de siempre que llegaban en el Manoliño o en la línea de la empresa Ribadeo, pero sobre todo, gentes de la propia comarca que regresaban en vacaciones para disfrutar de su pasado.

El turismo es una actividad del sector terciario de la economía, que junto al comercio, la moda y el deporte, se han convertido en un espacio de los negocios para empresas que ganan en su balance adaptándose a la globalización. Ahí están: Inditex, COI, la explotación del ciber espacio para las compras y ventas.

España, en su aislamiento, se caracterizó por tres hechos que fueron la base para aquellos chistes de taberna. Los pantanos para paliar la pertinaz sequía. La llegada de europeos del norte a la costa del Levante. Las divisas que mandaban los trabajadores de las plantas industriales de Europa. De todo aquello, me temo que, vuelven las viejas maletas a la búsqueda de alternativas, y no tengo tan claro que la actividad del turismo actual sirva para paliar causas y efectos de un modelo económico capitalista en el que los prestamistas y usureros de la UE, han ocupado financieramente el sur de Europa.

Los veraneantes, son propios de la costa del poniente. Gentes que aprovechan las vacaciones para huir del asfalto y disfrutar de la naturaleza en su galaico esplendor. Pero, ¡alerta! Ni son millonarios, ni son unos pardillos a los que se pueda dar “gato por liebre”. Limpieza, espacios naturales protegidos, cultura, gastronomía, servicio profesional y precios adecuados al bolsillo de los españoles, sin pasarse, sin creer que todo en el monte es orégano.

Hubo indocumentados que llegaron a creerse lo de la burbuja inmobiliaria como las minas del Rey Salomón. Un millón de pesetas por cada metro cuadrado de vivienda. Les daba igual la población real del territorio o el poder adquisitivo de los salarios. Además, detrás y para su seguridad, estaban las cajas de ahorros. Resultado. Esqueletos edificados que, dan sombra en nuestras playas o producen un espectáculo cutre y decadente en honor de la especulación, con unas entidades financieras que han hundido la economía del país, si bien, puede que se haga justicia y, algunos directivos pasen una temporada en instituciones penitenciarias.

También hubo y hay quienes creen que todo lo saben. Se ponen detrás de un mostrador y con la seriedad del burro de perfil, dan dicterios sobre vinos, o tratan de emular al gran Perico Chicote, sólo que en vez de coctel, sirven garrafón. Las escuelas de hostelería, y los conservatorios de música, no deberían permitir tanto intrusismo profesional.

Nuestros visitantes, suelen ser gentes de clase media. No merecen el abuso entre calidad de servicio y precio. No volverán.

Los turistas, buscan calidad en el patrimonio cultural y trato exquisito. Precisamente, por viajar y conocer, lo que les lleva a comparar, distinguiendo, lo zafio de lo excelente.

Si a lo que antecede añadimos, la nueva legislación para legitimar la ocupación de los espacios naturales, todo indica que la actividad del turismo, irá cuesta abajo y sin frenos.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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