
Es imposible resumir 96 años de vida en unas líneas. No lo voy a intentar.
Emilia Vázquez Cadahía, madre, abuela, bisabuela, jugadora de cartas en el Círculo de las Artes, excelente comedora y cocinera conocida en Lugo por ser la propietaria del Restaurante Verruga... son tantas las facetas de una vida larga y plena que no se puede pretender condensarlas en palabras. Por eso, porque la vida es lo que hay que celebrar, Emilia, mi abuela Emilia, vivió hasta el último día aprovechando al máximo el tiempo que tuvo.
Si algo definía a Emilia era su nobleza, en todos los sentidos del término. Generosa como nadie, mujer de pocas palabras, lo decía todo con una mirada de esos ojos grises que, por desgracia, ninguno hemos heredado. Se van con ella como tantos recuerdos, vivencias y, sobre todo, mucho cariño y amor incondicional.
Creo que no podré volver a tomar un café en las terrazas de la Plaza de España sin acordarme de las muchísimas tardes que pasó allí con los suyos, unas tardes en que nos contó tantísimas cosas... unas tardes que no volverán pero que atesoraremos como un hermoso recuerdo toda la vida.
Te querremos siempre, abuela.