La incomprensión ante los jóvenes

El mejor libro que se puede leer es observar la vida en la calle. Entonces resulta posible ver la situación actual de una juventud, a la que inconscientemente se la ha engañado diciendo que era necesario estudiar mucho, sobre todo ciencias, idiomas e informática.

Los chavales, dóciles ellos, se han encontrado con carreras terminadas, con conocimientos de idiomas y con un nivel aceptable en tecnologías y, sin embargo, su único futuro es la emigración más cruel. Para este burro no hacen faltas tantas alforjas. Para acabar de camareros en Londres, limpiando casas o realizando los trabajos menos remunerados de la sociedad llegó en los años sesenta la escolarización del pueblo.

Los chavales están desesperados, eso sí, con unos conocimientos que no le sirven para nada, y sufriendo, si es que se quedan en este País, al que comienzan a odiar, las condiciones leoninas a los que los somete tanto paro y una reforma laboral al estilo Kunta Kinte. Nadie les enseñó que debieran aprender economía para ser ladrones de guante blanco; nadie les enseñó que la ética y los valores-perdonen la ironía- no valen para jugar un partido que se supone es la solución a sus problemas. Han caído en el Nihilismo, comparten el negativismo de Nietzsche, cuando no dudan de todo lo que los mayores les decimos.

Y lo peor es que no se atisba futuro. Si los convencieron de que todos los males provenían de Zapatero y Rajoy era la solución, con los tres millones y medio de puestos de trabajo prometidos por González Pons, ahora resulta que los gobiernos son marionetas de los mercados y estos gobiernan porque también nos han vendido, bajo el paraguas de la libertad, la globalización como la panacea de nuestros males. Que tanto recorte traería la recesión económica no es una feliz idea de Merkel, sino una verdad de Perogrullo. Hay soluciones, pero faltan co…

Y en esta tesitura se encuentra una juventud que se convence que es necesaria la recomendación para lograr sobrevivir; que comprueba que hay que soportar arbitrariedades y chantajes empresariales para poder seguir cobrando sueldos miserables, si uno es afortunado de estar trabajando. Si no, el joven sufre su propia impotencia porque depende de la familia, se siente paria y se le cae la cara de vergüenza cada vez que recibe una ayuda de sus seres queridos. Su carácter se agria y usa todos los recursos a su alcance para tratar de arreglar esta insoportable situación; pero nuestras autoridades, siempre dóciles con los grandes lobbys y con los culpables de esta situación, muestran todo su poder descalificando a los componentes de los Indignados del 15M, escarches, plataforma antidesahucios, preferentistas… llamándoles antisistemas, cuando no terroristas.

Nuestra juventud merece mayor respeto y consideración, comprensión y, sobretodo, una oportunidad de vida decente y para ello es necesario ser valientes, realizar los cambios necesarios y aprovechar las capacidades, que estos jóvenes nos pueden brindar con sus conocimientos, con su creatividad en I+ D que es, sin duda, uno de los motores del cambio.
Y por favor, señores políticos, respétenlos y piensen sinceramente en crear el empleo donde puedan encontrar su salida nuestros jóvenes.