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Nos matan gratis

miércoles, 03 de abril de 2013
Iba a documentarme para escribir este artículo, pero, a la vez que lo hacía, me di cuenta de lo absurdo que era mi esfuerzo. Llega con constatar las propias experiencias y así se me ocurrió pensar en lo difícil que me resultaría beber agua limpia en un río. Quizás tuviese que subir hasta su nacimiento. Y pensando en el mismo, concretamente en el Landro, el río de mi pueblo que no es ni mucho menos el más contaminado, recordé una intoxicación con enormes erupciones sufrida por haber comido truchas en un afamado restaurante.

Pero ya que estamos en la zona, no puedo olvidar, una vez más, el riesgo que puedo correr comiendo una pera con machas negras procedentes de la lluvia acida que produce la central térmica das Pontes. Son a vuela ordenador tres pequeños ejemplos del abandono sanitario en que nos encontramos, más pendientes de realizar recortes que de recaudar, vía multas, el dinero necesario para una política medioambiental que corrija estos abusos.

Reiteradamente he escrito contra el abuso por parte de Endesa que contamina “mis” frutales. Gallardón con sus tasas y Endesa con su poder permiten este abuso y las organizaciones agrarias parecen no existir.
No les hablaré a uds una vez más de los casos de cáncer cada día más frecuentes en nuestra zona, ni de los problemas de bocio que los estudiosos relacionan con la contaminación por flúor –casualmente cerca se encuentra Alúmina-. No, lo importante es comer, máxime en una zona tan castigada por la escasez de industrias y el paro, aunque esa alimentación conlleve la enfermedad.

Hay pesticidas prohibidos que se siguen fabricando, vendiendo y usando, pero en un país que funciona todo tan bien – permítaseme al menos la ironía- nadie es responsable de controlar, por ejemplo, el nitramón. Se usa, se abusa y, si te mueres por sobredosis, “es lo que hay “.

Ya no como fresas. Ni de Palos ni de Lepe. Me dieron asco una vez y me olieron a mierda, dicho sea sin eufemismos. Por mí ya pueden cerrar los chiringuitos. Y supongo que no fui yo sólo. Nunca me fié de las hamburguesas, no porque lleven carne de caballo, animal que como el potro como sin temor alguno; no como hamburguesas porque no sé de qué están hechas.

Podía comer una manzana con el mismo entusiasmo que Blancanieves, pero las manzanas del súper son tratadas con veintidós productos químicos. Muy bonitas, muy brillantes…pero acabaron hasta con los enanitos. ¿Y qué me dicen de eso que llaman en los bares calamares? ¿Nunca se han preguntado por qué los niños no quieren pescado? Pues sencillamente porque les dan unos “sucedáneos” que no hay cocinera que los haga atractivos. ¿Y el pan? ¿En la próxima guerra del mismo lo harán con cal?

La química lo invade todo sin pudor alguno. Fertilizantes, plaguicidas, potenciadores, inhibidores…A los pollos los pintan para que tengan color. A la pata de los jamones le dan betún, al marisco conservantes, a la ternera le inyectan hormonas, a los hombres les salen tetas…con este panorama ¿creen ustedes que no tenemos suerte? ¿Se extrañan que tengamos de ministra sanidad a Ana Mato? Si el cuerpo recibe tal cantidad de porquerías, ¿acaso pueden esperar una inteligencia mayor en nuestras autoridades?

Ya vemos, señorías, que nos matan con su permiso, pero al menos paguen algo.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


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