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¿Por qué se suicidan los viejos?

lunes, 18 de febrero de 2013
—- Y tú…. ¿Cómo te enteraste de que eras un viejo?

—- Me lo dijeron en el trabajo, me contaron que ya no estaba para subir al andamio…

—- A mí me empezaron a doler las rodillas cada vez que me agachaba… Estaba prejubilado y no sabía qué hacer. Dormía mucho. Veía mucho la tele. Vivía sentado todo el día…

—- Cuando me mandaron para casa, tampoco yo sabía que hacer. Lo peor…

Pepe Prada y Jesús Losada pasean por las pistas de concentración de los agros de mi valle, todos los días, después de comer, durante una hora. A veces les veo a lo lejos, me acerco y participo de una conversación que me resulta de lo más tierna…

—- Pepe, Jesús, boas tardes… ¿Como imos?

—- Ímola virando. Por un lado xa ves e por outro que queres que che diga.

—- O caso e ter saude; e salvo as cousas de sempre, ainda podemos baixar o “Colesterol”…

(El “Colesterol” es una cuesta de no te menees que baja desde Proupín al Molino y que luego no hay ser humano que la suba).

—- Boeno, pois a mandar, meus amigos.

Y sigo mi camino, medio acelerado, para llegar antes de que llueva a casa de Manuel y echar una parrafada mientras se va el chaparrón de invierno. Ellos siguen, si hace falta, bajo la gabardina…

—- ¿Qué decías que era lo peor?

—- Lo peor es esa sensación de que eres como un trasto al que se manda al desván porque ya no sirves para nada.

—- Y malvives, ¿Verdad?

—- Malvivimos porque ahora nos preocupan todas esas noticias que hablan de la gente que duerme en la calle…

—- Claro, ¡Con la pensión que tenemos tú y yo…!

—- ¿Crees que el Rajoy este nos las bajará más?

¿Te das cuenta? Esta gente adorable vive con el agua al cuello aunque salga el sol por Trasdomonte…

Siempre que veo a Pepe y a Jesús me quedo pensando si hay alguien en el gobierno del país, y en el del estado, que se preocupe por las personas como ellos. Porque cuando ves un telediario, sobre todo si has pasado esa frontera del otoño de la vida, te mueres de miedo…

Esta semana el miedo invadió otro hogar de ancianos octogenarios. Ella, fue una gran señora toda su vida. Y él un trabajador que cumplió bodas de oro en el tajo y de platino en el matrimonio.

Habían recibido una notificación de desahucio de esas que mandan los jueces a petición de los bancos. Leyeron…

—- Nos quedan solo quince días… Luego tenemos que dejar la casa.

—- ¡Ay, Dios mío! ¿Y qué vamos a hacer?

Lacónicamente, como un hombre derrotado por una sociedad cruel e injusta, le dio un beso en la frente y le dijo…

—- Morir, cariño, morir…

Y se suicidaron para alimentar con su muerte el telediario y agregar dos cadáveres más a la escaleta.

Ese día, Pepe Prada y Jesús Losada no fueron a pasear. Se quedaron en casa, durmiendo la siesta, para ver si les daba ese infarto que a los 86 e incluso a los 90 nunca da llegado…

Mientras dormían, maldecían un sistema que permite el maltrato a sus ancianos, a los que priva de sus más elementales derechos constitucionales.

Siento contarte esto, pero… ¡No hay quien lo haga peor!


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Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


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