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¡Maldito sea el día que vas de caza!

martes, 05 de febrero de 2013
“Bienaventurada y llena de paciencia esté, aquella mujer de cazador que está sola todo el fin de semana”

La convivencia con otras especies animales desde el comienzo de la vida ha favorecido negativamente en que se extinguieran muchas de ellas debido a la caza masiva que se practica desde la época del paleolítico, donde la supervivencia era posible solo de esa manera. La herencia genética es despiadada y así el hombre fue adaptándose al medio hostil, cargándose casi todo lo que iba encontrando a su paso, impregnándose a fuego en el ADN mental y emocional que aún existe en la actualidad. Con los siglos, se modificó la manera de relacionarnos socialmente, antes se mataba por necesidad y alimento, ahora tener que empuñar una arma para ir de caza sigue formando parte de ese proceso de alimentar pero en este caso; “el del propio ego” y lo peor que sirva para divertirse mediante una “cruel masacre”, como opinan muchos detractores.

Sufridores en silencio

Llega el fin de semana y son muchos los que practican lo que denominan un deporte: ir de “caza” menor o mayor. Dan prioridad a esta afición más que a cualquier otra cosa en el mundo, dejando de lado a las parejas, familias e hijos, o lo que sea, todos son sufridores en silencio de un abandono temporal de 24 o 48 horas de atención, cuidados y hasta mimos que les faltan del intrépido cazador. Muchas féminas que son parejas de estos varones se sienten como la “otra”, celándose del sacrificio que es capaz de realizar “este macho” por madrugar, preparar la ropa de faena cuando a lo mejor de la del resto ni se hace cargo, ver como saca tiempo para estar con sus colegas cazadores y pasar todo el fin de semana o un día entero enfrascado “cargándose” a animalitos, que podrían ser familiares de Bambi, o el conejo Bugs Bunny, ¿pero es que no se han criado viendo tanta ternura junta recogida en estos dibujos animados?, ¿no se les ablanda el corazón?, estos muchachos insensibles se olvidan de todo y su aliada es una “tipa” llamada “escopeta”.

Instinto Básico

Convivir con los propios instintos cuando estos hacen que te enfrentes a lo más asesino que habita en tu ser; la agresividad puede convertirse en un espectáculo de multitudes donde varios varones pasan inadvertidos porque van de camuflaje: vestidos como Rambo, comportándose como una manada depredadora de cualquier especie animal. Dicen amar a sus mascotas pero las llevan enfrascadas como sardinas en latas, en unas dependencias minúsculas que son apéndices de sus autos, dejándolos horas atinados mientras celebran su botín en cualquier restaurante comiendo lo que han “secuestrado” de la madre tierra. Descargan ira, rabia, mientras matan, para ellos cazar es una manera de liberar al parecer, de forma legal porque tienen licencia, y solo son pocos días al año, manifestando esa naturaleza humana; la más instintiva y básica.

I love “La escopeta”

Hace siglos cuando se dejo de lado la caza para dedicarse a la agricultura y ganadería, la raza humana se volvió sedentaria y aburrida, bajándosele a los pies: la adrenalina. Al realizar actividades violentas se reconduce esa energía y flujo hormonal a reencontrarse con la testosterona en el caso del varón, podría ser que algunos, ¡no todos!, los que van de caza tan “organizados en grupo”, necesiten demostrarse a sí mismos y a sus colegas toda esa testosterona que corre por sus venas. Comportamientos tales como, cuando se juntan siempre hablan de mujeres de las de los que no están presentes fanfarroneando y diciendo barbaridades, demostrando lo “machos” que son, comentan las “piezas femeninas” que atrapan con su escopeta de pegar tiros; “la fálica”. Posiblemente si fueran tan potentes-vigorosos y gozaran de una vida sexual excelente no se comportarían de esta manera, es carecer de verdadera autoestima, ¿se sienten desnudos de carácter y por eso necesitan estar representados por: uniforme, arma en mano o gorra en la cabeza?. Los cazadores suelen ser muy competitivos, esta afición les da sensaciones muy intensas, restándole importancia a lo emocionante que puede ofrecerle un fin de semana junto a la mujer que tiene al lado, ¡no saben lo que se pierden!.
Castro Liz, Ana
Castro Liz, Ana


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