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Cariño, ¿en qué estás pensando?

martes, 22 de enero de 2013
Existen momentos mágicos en pareja que se rompen por hacer preguntas transcendentales

Un gran dilema planteado por muchas personas cuando están engatusadas por otro ser humano es pretender adivinar lo que piensan, resultando hasta casi obsesivo el querer controlarlo todo. Que uno de los dos se quede mirando al infinito medio hipnotizado (le suele pasar al hombre) a veces da lugar a que el otro (la mujer) pregunte donde se encuentran sus pensamientos. Puede ser por curiosidad o inseguridad, estar tan pendiente de las reacciones de tu pareja puede convertirte en un “paranoias”, cuando a lo mejor lo único que se le pasa a tu cariñito lindo por su mente es cualquier tontería.

¿Qué quieres escuchar?

Un sencillo; Cariño ¿en qué estás pensando? Puede ocasionar todo tipo de diversas reacciones.

-Si el varón es un poco “inocente”, tendrás dos respuestas posibles a comentar: Opción A. El dirá: “En nada”. Una mujer no entiende que no se pueda pensar en nada, “nada” nunca será “algo”, y ¿cómo puede ser que no piense en algo? Pensará que estás pasando de ella así que ¡prepárate porque tendrás bronca segura!. Opción B. El dirá: “La cisterna del wc hace un ruido raro”, (por ejemplo). La conclusión que sacará ella será: “¿Y eso qué tiene que ver con lo que te decía hace un momento? ¿Nunca me escuchas?”. Así que ¡la has cagado y bien!.

- Si él tiene algo que ocultar: Opción C. Te dirá: “nada, tonterías mías”. Consiguiendo que ella insista “¿pero dímelo, en qué piensas?. Date por jodido, no parará hasta aniquilarte en un ilimitado interrogatorio. Opción D. Si es muy astuto te explicará algo como: “Es que en el trabajo tengo unos problemas…”. Saldrá el lado materno que ablanda a la mujer y terminará por consolarlo. Opcion E. Un maestro del regateo y gran manipulador dirá: “solo pienso en ti”, consiguiendo que te quedes “apayasada” del todo y te cierre la boca.

Inseguridad femenina

Típica escena donde una pareja se está arreglando para salir o ir a una boda, el ya listo y ella todavía en proceso de trasformación, llegan tarde pero al fin ella sale “toda maqueada” de la habitación, para hacer la pregunta del millón: "Amor ¿cómo estoy?". Será muy difícil responder porque además de estar cabreado por tanta espera, digas lo que sea, la vas a “cagar” fijo, si dices; “estas preciosa o linda perdida, etc.”, aunque sea verdad, ¡ella no se lo va a creer! pensará que lo dices porque hay que irse, entonces insistirá; “¿estás seguro? ¿no me hace gorda? ¿me pega con estos pendientes?, etc”. Pensará él; ¡¡¡Y yo que sé!!! la verdad, no se fija en esos detalles como ella, pero si le dices un simple "estás bien", ¡se cambiará de vestido tardando una hora más!, si le dices que no te gusta, ¡te mirará con odio y te fulminará más tarde guardando un comentario venenoso para cuando lo estéis pasando bien!. ¿Entonces qué decir?

Velocidades diferentes

Las mujeres se quejan siempre de que los hombres no dicen lo que piensan, quizás el sistema operativo mental sea diferente y no están configurados para comentar su pensamiento inmediatamente. El hombre pensar piensa pero en el momento en que una mujer le pregunta ¡¿qué es?! desgraciadamente se queda en blanco, bloqueándose. La fémina trae de serie ese talento natural que le permite expresar con todo lujo de detalles lo que piensa, le resulta imposible creer que un hombre no sepa que decir. El problema radica en la rapidez de respuesta, un varón tiende a dejar transcurrir unos segundos para poder plantearse lo que va a decir, este tiempo es interpretado siempre negativamente por ella, concluyendo que: “¿qué estará inventando? ¡Seguro que algo me oculta! ¿eso es que tiene a otra?”. Entonces es cuando entre nervios y torpeza, por tranquilizarla es cuando un hombre dice cualquier cosa y se arma el lio padre. Cada uno va a velocidades diferentes expresándolos como saben, pueden y quieren los pensamientos y sentimientos, es importante comprenderse, ser tolerantes y saber dejar un espacio de libertad a quien dices que tanto quieres.
Castro Liz, Ana
Castro Liz, Ana


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