Apología del gallego
Timiraos, Ricardo - jueves, 10 de enero de 2013
Aunque pueda parecer contradictorio el hecho de defender el idioma gallego escribiendo en castellano, me gustaría decir a mis lectores las razones que me mueven a defender el gallego con todo mi corazón. Pero antes de exponer mis razones, quiero decirles que me consta que algunos sienten cierto menosprecio por el gallego por una idea peyorativa, inculcada por personas de poca talla intelectual, o por viejos perjuicios como que el gallego es de gente pobre, cuando la ilusión de esos educadores de nuestra infancia era que fuésemos ricos.
A mín non me escribas en gallego, que non te entendo, me decía un amigo ya fallecido, que lo usaba continuamente, igual que lo hacen muchos de mis lectores, porque, en su fuero interno, son tan gallegos como yo, y muchas veces ellos mismos se expresan en el idioma de Rosalía o Castelao sin apenas darse cuenta. Es necesario que reflexionasen un poco sobre el tema, y con la misma, quiero que sepan que, si ahora escribo en castellano, es precisamente con el fin que se me entienda con la claridad castellana que demandan.
1º -El gallego, queridos míos, es el verdadero idioma de esta Tierra, por más que hayan pasado siglos de imposición política del castellano. La Historia así lo demuestra.
2º- Su supervivencia se debe a las clases populares, que lo usaron y usan con la naturalidad propia de ser el idioma materno, y es preciso erradicar la idea de que es vulgar y no vale para nada.
Sencillamente, vale para ser más cultos, porque en gallego se expresaron muchos convecinos de la talla de Rosalía, Curros, Pondal, Castelao y hasta nuestro personaje más ilustre: Pastor Díaz.
Vale, porque en él se encuentran miles de expresiones-estilismo- que retratan a nuestro pueblo. No se entiende bien la literatura del premio nóbel Cela, o al propio genio Valle, sin entender sus mentalidades gallegas. Ambos, figuras señeras de la Literatura Castellana.
Vale, porque en gallego hay infinidad de palabras de dificilísima traducción, cuando no imposible. La ternura de muchas palabras del gallego llama la atención de muchos filólogos.
3º- Es encomiable que, por parte de las autoridades autonómicas, sea defendido y difundido entre los ciudadanos con el fin de favorecer el entendimiento entre las clases elitistas (castellano-hablantes) y el resto de la ciudadanía, es decir, las clases populares, que lo usan con naturalidad en instituciones, el comercio
No es pues de recibo el desprecio de funcionarios públicos ante los ciudadanos que se expresan en su idioma y, por tanto, es obligación de las autoridades exigir el conocimiento y uso del mismo, así como su respeto, por parte de todas las personas que trabajen en la Administración pública gallega.
4º- Tampoco se puede entender el odio de unas clases, que se consideran a si mismas cultas, hacia el idioma de sus propios vecinos-sin reparar en que la cultura nos proporciona mayor tolerancia y respeto por lo diferente-, ni tampoco se entiende la inquina que fomentan determinados grupos políticos hacia nuestro idioma.
5º- Ciertamente, la manipulación política de otros del idioma, no les da a ellos la exclusividad de su uso, porque el idioma pertenece incluso a aquellos que lo desprecian.
6-º Mala praxis resulta para los padres resignarse a que sus hijos aprendan gallego cuando en casa se les está inculcando animadversión al mismo. Nefasta postura educativa que no sirve nada más que para confundir a los hijos, les crea un conflicto con el medio en que se desenvuelven, porque los niños o jóvenes captan todo lo que viven en su entorno, incluso ese odio de sus progenitores.
Reflexión personal: Fui educado como muchos de mis lectores en castellano. Sin embargo, el medio, el contacto con compañeros de otras zonas, así como vivir como miembro de esas clases populares, me hizo reflexionar y ver la necesidad de reciclarme y aprender un idioma que me resulta tremendamente hermoso. Palabras como mai, neno, colo, agarimo
y un montón de ellas son, a mi entender, preciosas.
Sé que se cometieron, y siguen cometiendo muchos excesos por parte de fanáticos que usan arcaísmos, hipergalleguismos, neologismos superfluos
y muchas estupideces- televexo, por ejemplo-, pero eso no es culpa del idioma, es de los cretinos que se olvidan de lo fundamental: el idioma es ante todo comunicación y la estupidez patrimonio de los imbéciles.
Yo, por mi parte, compagino ambos idiomas pensando siempre en quienes son mis lectores y buscando la mejor manera de acercarme a ellos. Y, la verdad, es que viviendo en Madrid
lo que no contradice en absoluto mi amor filial al gallego. Mi trayectoria y mis libros son bilingües.

Timiraos, Ricardo