La magia de la tierra
Rodríguez, Xerardo - lunes, 24 de diciembre de 2012
Dicen los druidas de la modernidad que Galicia es mágica por naturaleza y es en el entorno natural donde más suceden sueños y milagros. Incluso el de convertir algún invierno en primavera, ahora que se habla de cambio climático.
Porque nunca llueve a gusto de todos. Nieve y lluvia aumentan el caudal de los mil ríos, nacidos en las montañas que los galaicos primitivos hicieron sagradas.
Los mismos ríos que se vuelven femeninos allá donde se encuentran con nuestros dos mares, que entre sus olas nos trajeron varios Cristos crucificados, alguna virgen y, claro, el cuerpo del Hijo del Trueno, en la barca de la piedra.
Son los ríos que reverdecen el valle por donde pasan los caminos de las legendarias rutas xacobeas. Y son los mares de nuestra riqueza.
El paisaje es mágico allá donde vayamos. Porque estamos en el paraíso terrenal que nos invita
A disfrutar del fluvial frescor de una mañana en calma, allá donde el río se torna espejo de la inimitable frondosidad de sus ribeiras
A contemplar como el mar esculpe estatuas de piedra o como el océano envía sobre la playa suaves olas de agua salada y cantareira
Y a admirar la grandiosidad del bosque que deja paso al pico escarpado, en la montaña del castro y la palloza.
Galicia es mágica porque su entorno natural es también el paraíso que habitan los personajes de nuestras leyendas
Los duendes del bosque animado. Las hadas de los soutos de castaños. El castillo de Merlín el mago. La montaña de los druidas. O el viejo molino donde cada medianoche se reúnen las meigas
Cada lugar de Galicia tiene su magia y también sus símbolos:
El círculo del castro, la luz del dios sol en la cima del monte, el cristo crucificado que nos sale al paso, la virgen milagreira con capilla junto al mar
El Camino y los alquimistas de las antiguas peregrinaciones.
Tiene Galicia mil espacios para gozarlos desde todas las perspectivas
Recorriendo a pié los viejos senderos de pizarra
Admirando como la luz se baña en el río
Jugando con el sol que calienta la arena de la playa
O disfrutando junto al faro del vuelo de las aves, compañeras de los barcos que vuelven a casa con la marea
El final del relato llega al atardecer, cuando el sol baja a la profundidad de las aguas, por detrás del horizonte de las islas, pintando de oro el cielo y el mar.
Las montañas, los ríos, los valles y el mar son la magia de esta Tierra
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Rodríguez, Xerardo
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