El ejemplo de Bildu
Durán Mariño, José Luís - viernes, 07 de diciembre de 2012
Nunca creí que llegaría a pensar y menos a manifestarme, ni pública ni privadamente, en el sentido de apoyar una propuesta procedente de los grupos simpatizantes de ETA, por los que siento, básicamente, una profunda repugnancia y desprecio, pero las últimas iniciativas tomadas por BILDU en el Parlamento Vasco; (en el que entraron, por cierto, de la mano del PSOE, del PP y de los magistrados del Tribunal Constitucional); me parecen sensatas, en sintonía con el sentir de la ciudadanía de su comunidad, a la que todos los parlamentarios deberían representar y, desde mi punto de vista, dignas de elogio.
Tras conseguir que sus señorías autonómicas hayan renunciado, aunque a regañadientes, a los iPad que el Parlamento Vasco pensaba regalarles, los parlamentarios de BILDU anuncian que van a presentar en la cámara vasca una propuesta para modificar el régimen de dietas que disfrutan sus miembros y que, al igual que los demás parlamentarios autonómicos del resto de España, jamás han justificado los electos vascos, en el sentido de que sólo se abonen aquellos gastos que hayan sido justificados mediante la presentación de su correspondiente factura. Ya nos gustaría por estos lares del finisterrae que esta misma filosofía se aplicara en el Parlamento Gallego, para ver como justifican sus señorías galaicas los 2.600 euros mensuales que reciben, libres de impuestos, para dietas y alojamiento y especialmente en aquellos meses en los que el Parlamento permanece cerrado.
Aplaudimos, por tanto, la iniciativa, no porque sea de BILDU, sino porque es de justicia y porque contribuirá a eliminar al menos una, ¡sólo una!, de las múltiples humillaciones que padecemos los ciudadanos por parte de nuestros gobernantes. Y es que, una vez silenciadas las pistolas, el único terrorismo que sigue actuando en España es el terrorismo político, de guante blanco, que practican aquéllos que, utilizando las instituciones del Estado en beneficio propio, viven dedicados a la extorsión permanente de los ciudadanos para mantener y aumentar si cabe, sus propios privilegios. Y en eso, los gallegos, se llevan la palma.

Durán Mariño, José Luís
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