¡No me toques, corazón!

¡NO ME TOQUES,
CORAZÓN. ME
DUELE MONTÓN!

Muchas mujeres sufren molestias en el coito que les impide disfrutar de las relaciones placenteras en la vida conyugal.

Si sientes dolores antes, durante o después de tener relaciones con sensaciones de: ardor o quemazón, molestias intensas en la vagina o zona exterior puedes tener dolor en el coito o dispareunia. A veces, aparece siempre que lo intentas, o con relativa frecuencia, durante amplios períodos de tiempo o no siempre. No es algo por lo que se suela pedir ayuda o se comente con los demás, agravándose y cronificandose así un problema, que tiene solución a corto plazo.

¿Te pasa a ti?

Alguna molestia puede aparecer con la menopausia, sufrir atrofia vaginal o sequedad provoca dolor aunque con tratamientos con estrógenos se soluciona. También después de un parto, si se ha producido un exceso de “desgarro” (episiotomía). El dolor genera miedo y ese temor provoca tensión, hasta que se pone un límite entre las partes íntimas de la afectada y cualquier tipo de señal erótica por parte de la pareja, no dejando ni permitiendo abandonarse al placer, favoreciendo que pueda aparecer también vaginismo (la vagina se contrae impidiendo la penetración). Si no se pone solución, poco a poco se perderá el interés por cualquier contacto, evitando que una cosa lleve a la otra, y sufriendo anorgasmia (falta de orgasmo) o no tener deseo sexual ninguno y pudiéndole pasar a mujeres de cualquier edad.

¡Cuando es problema físico!

Deformaciones vaginales, del útero, de las trompas de Falopio o de los ovarios o debido a infecciones vaginales o del clítoris (vulvitis, vaginitis), enfermedades de la uretra (uretritis, cistitis) y del ano, malformaciones o cicatrices, enfermedades de la pelvis, o diabetes o estados carenciales de estrógenos o cualquier estado físico que origine escasa lubricación vaginal puede producir molestias durante el coito. El uso de algunas cremas anticonceptivas, espermicidas o productos de la higiene íntima que irriten la vagina, diafragmas o preservativos pueden desembocar en dispareunia.
El ginecólogo, te lo soluciona.

Origen Emocional

La mayor parte de las mujeres que sufren este problema padecen algún que otro conflicto con su media naranja por lo que si se desean mejorar, la participación de la misma, es importantísima. Tener una pareja mucho más activa, egoísta o dominante en la cama, puede hacer con el tiempo que se vea el sexo como un “coñazo”, unido a problemas de comunicación acumulados quien sabe desde cuánto tiempo antes, desciende cualquier acercamiento. No fomentar una buena estimulación clitoriana, no jugar con fantasías que provoquen nuevas posturas que favorezcan el placer para la mujer, tampoco ayuda. A veces conocer poco el cuerpo y no saber sacar provecho de cada recoveco o una educación reprimida no fomenta mucho que una mujer se crea en pleno derecho de pedir o tener placer. Sufrir una penetración demasiado profunda o violenta de un pene de gran tamaño, puede ser una sorpresa desagradable y no repetible. Comunicarse con la pareja, una buena terapia o buscar por cuenta propia información para solucionarlo, puede ayudarte para disfrutar plenamente del sexo.

Consecuencias fóbicas

Este problema provoca que muchas mujeres no sean activas y tampoco lo serán sus parejas (si éstas les son fieles). Una experiencia desagradable puede provocar repulsión por el sexo y desarrollándose una fobia paralizante, siendo la pareja la que más hace para que todo se solucione, provocando muchas veces una crisis fuerte debida a tanto rechazo. Chicas jóvenes después de un embarazo no deseado o haber tenido alguna ITS, se protegen excesivamente de la penetración y todo por falta de información o autonocimiento. Una mujer víctima de abuso, le costará volver a ver placer donde hubo dolor, y al estar tensa provocará que sea difícil excitarse. ¡Enfrentarse a ese miedo asegura una victoria!