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Cristiano Ronaldo, el triste

lunes, 10 de septiembre de 2012
Aquella vez dijo:

—- Me tienen envidia porque soy rico, guapo y juego muy bien al futbol…

Ahora dice:

—- Estoy muy triste y en el club conocen el por qué…

Ya sabes que a mí esto del fútbol como que me queda muy antiguo, porque es una especie de opio para el pueblo ya utilizado por Franco para esconder la verdadera tristeza…

La del que abarrota los comedores de beneficencia con sus hijos, la del hipotecado al que el banco le robó la casa, la de la madre cuyo exmarido quemó a sus hijos, la de los padres que ven como murieron los pequeños en el asiento de atrás de un coche accidentado, la del agricultor que perdió su cosecha, sus animales y su casa en el incendio forestal; la del ganadero al que le pagan una miseria por la leche, la de los parados que no encuentran trabajo… Etc. Etc. Etc.

Ya lo dijo Del Bosque, ese gran caballero de la Corte al que yo también nombraría Marqués…

—- Yo no creo que el ganar un trofeo, por muy importante que sea, solucione los problemas del país.

Del Bosque pondría en su sitio a este futbolista “pijo” que ahora “está triste” porque quiere ser Dios y que todos le adoremos ya que ha tenido más suerte en la vida que todos los demás futbolistas menos uno. Y si alguien de los noventa mil que llenan el estadio protesta su mal juego, o los jurados dicen que Iniesta es mejor que él, o si Messi le dobla en goles marcados nada más empezar, o si Florentino no le renueva y le aumenta su millonario sueldo, o si sus compañeros le dicen que un equipo es un “todo” y no una unidad… Entonces, “se pone triste”.

Este niño, que a sus 27 años tiene resuelta la vida de sus cinco próximas generaciones, es un cretino y un chulo que flaco favor le hace a su país, en primer lugar; a su club, en segundo término; y a él mismo, porque va a recibir el “Balón de Oro” al jugador más odiado del mundo.

Portugal es un gran país poblado por gente encantadora que si lees en los periódicos –salvo en los tabloides forofos- no comparte las ideas de este divo del balompié. Su club merece el respeto que le concede su historia. Y el ínclito, por su juventud, aún está a tiempo de cambiar sus actitudes simplemente siguiendo el ejemplo de su capitán, Iker Casillas, “hermanado” con su máximo rival, Xavi Hernández, con el merecido premio Príncipe de Asturias.

Jamás se ha visto un caso así: el de un deportista que iba para ídolo de masas al que insultan ya en todos los campos de futbol de España. Quizá por eso “esté tan triste Cristiano Ronaldo”, porque ha visto como se le escapaba la oportunidad de ser el chico que todas las mamás quieren como yerno.
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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