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Una historia más

jueves, 06 de septiembre de 2012
Tenía una figura agradable, su cuerpo desprendía un olor a agua de colonia, la camisa bien planchada, se notaba que le gustaba vestir bien, como un señor. Corbata, a juego, bien peinado, miraba alrededor un poco distante, en sus ojos una tristeza avergonzada. Con mi manera de ser abierta, empezó a contar cosas de su vida. Tenía tres hijas, a todas les había dado una carrera, una abogada, otra economía, que trabajaba en su empresa con el marido. La tercera trabajaba en un hospital.

Yo era pobre, dijo, los primeros zapatos, los tuve en mi primera comunión. Trabaje en el campo que teníamos y en muchas más cosas, mi Padre, nos ha educado en el respeto y valores morales, como hoy nadie hace. Con el tiempo a poco y poco, he conseguido mi empresa, pequeña, tenia doce empleados, era del sector del corcho.

Cuando me he dado cuenta, mi hija mayor y su marido habían arruinado la empresa. Ella tenia el vicio del juego fuerte y ha perdido miles y miles, algunos clientes no le pagaron y él ha quedado, casi sin nada.

Hoy trabaja, pero de intermediario, la hija se ha marchado a Luxemburgo con la familia, para intentar que pierda el vicio del juego. Orgulloso dijo que tenía un nieto con un mes de vida, me enseño la foto en su móvil, tenía otros dos de la mayor, uno con quince años y otro con doce. Era de la hija del medio. La mujer estaba con la mayor a pasar un tiempo. Con más atención, me fijé en que el traje era de buena calidad, pero se notaba que estaba un poco flojo en las hombreras, pero impecable de limpio.

Así estuvimos charlando bastante tiempo, yo tomando un café con leche, mi compañero unas aguas el un brandi. Sin altivez ni vanidad, dijo que le gustaba vestir bien, ser educado, no tubo estudios, pero aprendió a comportarse como un Señor.

Vi, lagrimas contenidas en sus ojos, un amor dulce por las hijas, una petición de perdón a su mujer, una esperanza en el futuro, pero también vi noches sin dormir, desesperación, angustia, cuando hablando volvió a su pasado reciente.

¡Tenía una necesidad tan grande de contar! Fuimos sus oyente, seguro que mas tarde en su casa lloró y se preguntó el por qué de su infortunio. Deseo de corazón que todo se arregle, que la hija deje el vicio, que los negocios vuelvan a ser lo que fueron, o por lo menos mejoren. Es un hombre, marido y padre, bueno, merece una oportunidad mas en la vida.

Es la historia, de un desconocido, sin valor para algunos, para mi vale tanto como si fuera mía. Lo ha dado todo, quizá en demasía, llegando casi a la miseria. Esperemos que cuando ya no pueda trabajar lo recompensan. Es mi duda, si lo protegerán y lo amaran, como él lo hizo y continúa haciendo.
Nieves, Carminha
Nieves, Carminha


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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