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Dime como comes...

martes, 04 de septiembre de 2012
DIME COMO COMES
Y TE DIRÉ
COMO HACES EL AMOR

El que sabe disfrutar del placer de un buen manjar también lo sabe hacer con el sexo.

Al observar la forma de comer de los demás puedes saber mucho sobre su personalidad. Las tertulias alrededor de una mesa con amigos, familiares, de trabajo, o citas, en todas ellas nos relacionamos con la comida expresando de forma inconsciente lo que sentimos y como uno degusta algo puede indicarte cómo es en la cama. Cuando dejas de comer algo que te gusta, te reprimes. Si eres de los que apartan siempre la cebolla y escoges o seleccionas meticulosamente lo que comer o no del plato, eres exigente y caprichoso en pareja. Si te comes todo sin hacer dramas tienes buena adaptación. Si comes a bocaditos eres tímido o inseguro. Si masticas con la boca abierta eres un inadaptado. Si llenas a tope los cubiertos con comida eres muy acaparador. Si eres de los que siempre estas probando la comida de los platos de los demás eres egoísta. Comer alimentos saludables hace que te valores pero si lo llevas al extremo te pasarás de egocéntrico. Solo comer frituras es ser infantil y no te gusta esperar. Si te va mucho la carne, eres muy primitivo y sexual.

Instinto Básico

Comer despacio es disfrutar del sabor, si lo haces rápido, eres fugaz en menesteres íntimos. Saborear con gusto las cosas o engullir, jugar con la comida, chupar y relamer cucharas, con estos detalles te puedes hacer una ligera idea de que más cosas puede hacer alguien con su lengua después contigo. Con una buena cena se despiertan los instintos más básicos y puede ser el mejor inicio de una noche llena de pasión. Quien siempre pide lo mismo sin moverlo del “bistec con patatas” será el típico de posturitas tradicionales y poco más. Aquel que está abierto a probar sabores nuevos y exóticos seguramente también lo esté para practicar cosas nuevas. El que te da a probar de su plato, y te ofrece lo mejor de su comida, es un autentico protector y si además usa su propio cubierto, ¡no lo dejes escapar!, seguro es maravilloso en todo.

Las dietas

“La dieta del cucurucho comer poco y follar mucho”. La dieta de San Benito: come poco y echa uno pequenito. La dieta de San Andrés: un polvo al derecho y otro al revés. La dieta de Granada: un polvete y una mamada. La dieta de don Mingo: métela en sábado, sácala en domingo. El refranero popular está lleno de dichos relacionados con lo de masticar y follar

La tentación del dulce

Una caja de bombones, cacao puro o un couland de chocolate, es una invitación al placer. Manchar tus labios, rechuparlos con la lengua y mirar a tu pareja es una invitación a la lujuria y si le ofreces con tu dedo un poco o lo pruebas de su boca es inevitable resistirse a tal provocación. El chocolate energiza y aporta felicidad. Quién se priva de dulces se priva de orgasmos, de llegar al éxtasis.

Besos Húmedos

Dar a tu amante a probar de tus labios sabores con nata, caramelo, mermelada, fresas, leche condensada, golosinas, mezclar calor y frío, helado y cacao caliente, cubitos de hielo que recorran el cuerpo, los pezones, el ombligo, la boca, muslos, es un juego divertido y lleno de fantasía para probar en cualquier momento.

Desordenes alimentarios

Las personas con problemas para comer a la par tienen tocada su vida sexual. La mujer con anorexia rechaza a su madre y también su parte femenina, no come porque ha cerrado su deseo de vivir y actuar y teme al rechazo. La percepción que se tiene de la madre hace sufrir y decepciona continuamente. Aceptarla a ella y la manera en cómo te quiere aunque no sea como quieres, ayudara a quien padece esta enfermedad para que recupere el gusto por la vida y los alimentos. Quién padece bulimia quiere comerse a su madre. Suele darse un triangulo amoroso de celos entre madre-hija-padre, donde la pérdida de control y la rigidez lo domina todo, no se tienen contacto con las necesidades y no se permiten realizar deseos. Cuando uno es pequeño cree que su madre lo acapara todo, una parte la odia y otra teme ser abandona por ella, lo que originan estos problemas con la comida no es lo que sucede con los padres sino la percepción errónea de todo lo que vives con ellos.
Castro Liz, Ana
Castro Liz, Ana


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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