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Sábado distinto

viernes, 10 de agosto de 2012
Un poco cansada y con ganas de levantarme un poco mas tarde, mi amigo, con su perseverancia, sin obligarme, me hizo levantar y coger camino hasta Fátima. Es un poco lejos, dos horas y media de viaje, pero fuimos, lo había prometido ya hacia algún tiempo y las promesas son para cumplir. Aun que lo que pedí aun no se haya realizado, por anticipo, agradecí, ahora Ella hará lo que debe ser hecho, para mi bien.

El día estaba bueno, no muy caliente, solo un viento un tanto fuerte. Como tenia encargos para encender algunas velas, lo fui a hacer, en primer lugar, después las mías, en seguida, fui junto a la Virgen, me arrodille un poco con dolor en las rodillas, pues estaban aun doloridas por haber dado un tropezón en una escalera y su alfombrado había rascado un poco la piel. Allí delante de aquella imagen pequeña pero tan dulce y al mismo tiempo, tan grande de esperanza para quien vive momentos dolorosos, me emocioné.

En el tiemplo antiguo, pude asistir a misa, sin darme cuenta, estaba llorando, no conseguía parar, todo me vino al pensamiento y hable con Dios, no pregunté el por qué de nada, solo le decía, yo sé que no debía, al final yo me he confesado, pedido perdón y le dije, esta en Tus manos todo, Tu mandas, eres mi dueño, dame paz y haz que tenga siempre para regalar a los otros, desde salud, cariño, ayuda monetaria y que sus mentes se iluminen para entender como y lo que soy, sin equívocos.

Esto fue lo que he dicho a mi Protector. En momentos de nuestra vida, solo Él nos oye, nadie más.

Agradecida he quedado a mi amigo por haberme llevado y no haberme dejado sola ni un segundo. Su compañía no era una cámara fotográfica, era yo, que tanto necesitaba llorar y no lo conseguía.

Un ramo de oliva traje para mi piso, secará, pero nunca lo echaré fuera. Junto con flores, en una jarra, quedará para siempre.

Un sábado distinto, muy bueno, muy necesario para la salud de mí espiritu y bienestar.

Él no me ha rechazado, me dejo ser invitada de Su cuerpo y sangre en la misa, en cambio otros me lo han hecho por rabia, envidia y mala fe.

No entiendo como estas personas van a misa y comulgan sin condenarse. Son cosas que no tienen explicación. Yo no lo conseguiría hacer. Quizá piensen que su maldad es virtud, y que esto en los demás sea pecado.

Extrañas manera de ser, extraña vida, extraña maldad camuflada en beneficencia, con el dinero ajeno.

Por muchos he rezado, por muchos he pedido, salud, felicidad y luz para su camino, tan oscuro en su caminar ciego por querer ser más que los otros, sin bases, ni buenos sentimientos.

En Fátima he dejado mi llanto, tan necesario a mi corazón herido, por tanto desprecio y por la impotencia de no conseguir con mis manos dar salud a quien quiero y todo lo que desean.
Nieves, Carminha
Nieves, Carminha


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