Psicosas: El lugar de la voz sagrada
miércoles, 02 de marzo de 2005
La noticia se había extendido como un reguero de pólvora: La voz sagrada se había dejado oir en el interior de la gruta; el peregrino que se había detenido a descansar en la cueva, la había escuchado con toda nitidez y su espíritu se había Ilenado de paz y de ánimo.
Incrédulos y creyentes, sanos y enfermos, jóvenes y ancianos, se pusieron en marcha hacia el lugar, ávidos de respuestas, de certezas y de seguridades para las incertidumbres de su vivir.
Así, cuando el peregrino se disponía a reemprender el viaje, se encontró con la muchedumbre que le pedía que los condujera hasta la cueva. Y él volvió sobre sus pasos para indicarles el lugar exacto.
Uno a uno, los habitantes del pueblo se asomaron a la boca de la caverna:
El hombre santo se inclinó hacia la penumbra y cayó de rodillas sobrecogido por la grandeza del misterio de la eternidad que la envolvió al instante.
Luego, el hombre avaricioso, a los pocos minutos, abandonó el lugar a toda prisa, más ávido que nunca, ansioso por aumentar sus posesiones, por amasar más riquezas sin reparar mucho en los medios para lograrlo.
La madre angustiada, apenas estuvo unos segundos antes de huir transida de ansiedad, horrorizada por la conciencia de todos los males que podían sobrevenirle a su familia a lo largo de esta vida incierta.
El hombre vacío permaneció largo rato con el oído bien atento sin conseguir escuchar nada.
Cuando abandonó su puesto, fue el hombre colérico quien se asomó al interior de la cueva y no tardó en percibir un rumor de injusticias y venganzas, de desquites y cuentas pendientes que lo Ilenaba de furor hasta que, congestionado, se retiró maldiciendo al peregrino y a la divinidad.
- ¡Eres un embustero! -le gritó al peregrino-. iNinguna divinidad deja oir su voz en el fondo de la cueva!
- Es cierto -reconoció el interpelado-. No es en la cueva donde la divinidad se manifiesta.
- Entonces, ¿qué farsa es esta?- rugió el hombre airado.
- La caverna es sólo un amplificador -explicó el peregrino-. La voz sagrada está en nuestro interior; en la cueva, sólo escuchamos el eco de lo que llevamos dentro...
Álvarez, Ramiro J.
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