Junio, entre brujas y santos

La fiesta Celta, Litha, invita a reconocer y honrar al astro sol, que es símbolo y causa de luz, calor y vida. El Dios Solar, derrota al Dios Oscuro en el momento que aquel alcanza el punto más álgido en el solsticio, la fecha en la que el día es más largo y la noche más corta.
Es tiempo para comunicar con las hadas: Sílfides del elemento agua, Duendes del elemento tierra, Ondinas del elemento agua y Salamandras del elemento fuego.

Junio, dedicado por Roma a la diosa Juno, hermana y esposa de Júpiter, que se desposan el día del solsticio. Nuestro 13 de San Antonio, lo era de Minerva.

Pero si eres creyente, puedes acudir a lugares de Euskal Herría, dónde en tales fechas ya cristianizadas, se dedican a San Juan, pero celebraron aquelarres de brujas, la Basa Andre, señora de los bosques que se desposa con el Basa Jan, hijos ambos de Andra Mari o Ama Lur.

Hubo un tiempo, lejano, en A Mariña, cuando existía Casa Marta en la carretera de Burela, hoy avenida dedicada al Alcalde Franquista, Arcadio Pardiñas, que tal Coto perteneció hasta 1841 al Concello de Noís, celebraba San Juan en su día, no como ahora que es fiesta móvil a expensas de lo que conviene; con procesión marítima a la Virgen del Carmen, copia de la tradición de Celeiro, y alfombras en sus calles, copia de la tradición en el Concejo de Castropol; con heráldica moderna, ya que el Torques Celta encontrado en el lugar denominado Chao do Castro en lo que era Burela del Cabo, y que fue adquirido por Julio Núñez Regüela, joyero nacido en Rábade, con establecimiento en Lugo, cerca de la vieja librería Balmes, y veraneante en el Coto de San Ciprián, casa de Begoña Coldeira, dónde su esposa Mercedes, se pasaba las horas embotando bonito para el consumo de todo el año, todo ello acontecido en el último tercio del siglo XX.

Nuca supimos el negocio que supuso comprar la pieza y venderla al ilustrado mecenas de la cultura Álvaro Gil, gracias al que todavía el Museo Provincial de Lugo, ofrece una extraordinaria colección de las cuatro épocas de Sargadelos.

Si, se confirmó que, en las tierras de los Calaici, se extraía oro. Y así, lo ponen de manifiesto, las piezas de orfebrería castreña de Marzán, Recadieira, Portochao, Masma y Ribadeo. Minas que pudieron estar a lo largo de los ríos Ouro y Masma.

A Partir de aquí, las leyendas de los tesoros de mouros. Conjunción de misterios que se redescubren todas las noches de San Juan. Como la de la Cueva de la Doncella, habitada por una hermosa mujer que sólo puede verse al amanecer y que atiende a otras nueve fadas encantadas, bañándose en el mar de Viveiro. Hechos románticos en los que se inspiró Pastor Díaz para escribir La Sirena del Norte.

También, momento de la reunión de brujas en el Monte Xistral, por tierras de Mondoñedo, dónde el demonio Leonardo, realiza el reparto de moscas la noche de San Juan.

San Juan de Covas, dónde las hogueras iluminan Los Castelos que recuerdan a las ánimas de los náufragos del Bergantín Palomo y la Fragata Magdalena, mientras el tiempo fue transformando pequeñas casas de veraneantes ilustres, como el Ministro Franquista, Arias Salgado, en urbanizaciones que miran a la playa, y como tantas otras, sufrió el impacto medio ambiental, de la mano del hombre, que cambió los puertos naturales de nuestras rías, por bloques de hormigón, con el nacimiento de los puertos pesqueros del Cantábrico Lucense, antes Mindoniense, y lugar de atraque para las flotas que surcan mares lejanos, sin olvidar la tradición de la costera del bonito, que cambió la vida de nuestros pueblos y nuestras gentes, antes de la llegada de la gran factoría, por cuyo futuro habrá que hacer rogativas a San Antonio Ventureiro de la Rigueira, o en los exconxuros de la noche más corta del año, no sea que, alguna bruja, haga sortilegios malsanos y traslade la conversión de bauxita en aluminio a países dónde la mano de obra compite, como le gusta a la patronal, con los trabajadores chinos.