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Comodidad y compromiso

viernes, 22 de junio de 2012
Cuando uno se dedica a escribir, debiera pensar si la palestra utilizada es la adecuada. O lo que es lo mismo, si la función de esa palestra es sólo un expositor de ingeniosos o, por el contrario, está concebida con un fin. A mí se me ocurre pensar que lo que Xulio Xiz pretendió, cuando me invitó a participar en este foro, fue mi implicación en la defensa de Galicia o, por lo menos, que mis inquietudes colaboraran a tal fin. Y así trato de hacerlo.

Pero algunas palestras, muchas veces, sirven sólo para realizar ejercicios de erudición o son escaparates de hedonistas, tan vacíos como abundantes. “Escritores” hay veinte mogollones, pero poquitos son los que nos aportan ideas dignas de ser meditadas. La mayoría usa los periódicos para dar salida a sus panfletos políticos; otros se dedican a darnos el coñazo con rollos de la más infumables extravagancias-casi siempre lo dividen en capítulos-; los eruditos nos exponen su equipo titular de autores consagrados y reinterpretan sus pensamientos que, muchas veces, poco se parecen al original; otros son marionetas de los que ellos consideran líderes…y así podríamos seguir realizando “unha desmesta” ( una criba) de personas con escasísima personalidad que mendigan oportunidades o que, por medios poco claros, encuentran periódicos, revistas… que casi siempre son cotos privados de camarillas de intelectuales y que después resultan patéticos.

Por ejemplo, yo recuerdo pregoneros de fiestas o semanas santas que no tenían ni puñetera idea de lo que debieran hablar. Un mínimo de pudor sería deseable; pero eran personajes influyentes, políticos o politiquillos, amigos del alcalde en cuestión, o simplemente uno de esos altivos sabelotodo que siempre encontramos en nuestro entorno. Los resultados están a la vista. A la mía y a la de ustedes.

Hay un viejo dicho en Galicia: “O falar non ten cancelas” (El hablar no tiene puertas o, lo que es lo mismo, cualquiera puede hablar de todo lo que le apetezca), pero, aún a sabiendas de que pueda ser acusado de liberticida, a mí se me ocurre que, quizás, debieran tenerlas. ¿Se imaginan ustedes la cantidad de tiempo que podríamos ahorrar si con anterioridad se realizara una criba y se evitaran tantas y tantas estupideces como leemos muchas veces?

Para escribir es necesario tener algo que decir ¿Cuántos artículos no habrá leído usted en los que no se decía nada? Simplemente se escribe porque hay un compromiso de escribir, remunerado o no, con el medio en cuestión. Y lo firman personas afamadas. Pero no es ese compromiso del que hablo yo, sino del que se requiere para defender las ideas propias sin condicionantes, libremente. Para alabar, si es preciso, a cualquier persona o cosa o, por el contrario, dar caña a quien corresponda con fundamentadas razones. Por ejemplo, al Dívar en cuestión; a los “patriotas” que están robando nuestros bancos y nuestros sueldos; a los que, siendo iconos sociales, escapan con su patrimonio a paraísos fiscales… ¡Cuántas banderas ondean por nuestras calles y cuantos desesperados emigran par buscar el pan de sus hijos o cuantos necesitados piden en Cáritas!
Paradojas de la vida y algunos todavía se denominan escritores sin preocuparse de tanto dolor del vecino.

Hay mucho que decir, se necesita mucho compromiso… y sólo necesitamos usar el corazón sin tanta decoración.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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