Ideas Mod(l)estas VII

Una de las mayores ventajas de ser un quidam es la de pasar desapercibido.

Así puede uno llevar casi un mes sin escribir esta línea es mía y la vida sigue igual.

Y esta aparente desidia no lo es. Lo que ocurre es que la Agencia Tributaria que no descansa me ha impuesto una disciplina laboral de hasta 12 y 14 horas diarias para que le cuente mi vida económica, fiduciaria, financiera, fiscal y, al final, me saca los cuartos que no gano ni tengo así que un modesto plan de pensiones labrado a base de más entusiasmo que de realidad, después de que un “banco amigo” me “larpeiró” más de veinte mil euros en seis meses, ahora esa Hacienda que dicen que somos todos pero no es verdad, se lo lleva todo con lo que a uno lo que le queda es despedirse con dignidad que es lo único que esta nueva versión de aquel famoso anestesista y Doctor Montes ha descubierto como medio de reducir las pensiones acabar con los viejos atacándoles a ver si se les dá un cóncope y se van a hacer peinetas al otro barrio. Yo tuve que diagnosticarle a mi médico de cabecera la enfermedad base que me acerca a la tumba: la testiculoporosis. Este mal que está mucho más generalizado de lo que la gente se cree pero que los médicos actuales con su escasa preparación no saben diagnosticar, ha encontrado su mejor coadyuvante para enterrar a la población pensionista – uno no lo es aún con setenta y siete años ni disfruta de la seguridad social- y es el nuevo modelo de eutanasia que ha ideado la Hacienda Pública: igualando la población en la miseria. Justo lo que hicieron los comunistas más ortodoxos. Entonces quienes se salvan de esa enfermedad: los políticos, los liberados sindicales, los llamados indignados….. más de media población.

Hay una tarea ingente que acabar: dar la vuelta a la pirámide poblacional.

Os lo seguiré contando si el fisco me deja para papel y bolígrafo porque para comer siempre nos quedará Cáritas.