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Fútbol en el campo o sexo en la cama

martes, 03 de abril de 2012
Uno de los sentimientos más compartidos a nivel mundial es la pasión y emoción que desata ver un partido.

El futbol puede paralizar a todo un país: un mundial, una Eurocopa o la liga revoluciona a muchos hombres para fastidio de sus parejas, ellas sufridoras soportan las ausencias de sus amados por esta adicción, que terminan sucumbiendo para compartir esa pasión y estar juntos ¡“si no puedes con tu enemigo, únete a él”!.

Hay una curiosa relación entre sexo y deporte, cuerpos sudorosos, ligeritos de ropa, enseñando cacha, ¡tiene su morbo!. Aumentó la afición femenina al convertir a los jugadores en modelos ocasionales donde se visten a la última, referentes de la moda con ropa, colonias y coches estupendos, son “rapaces” que llaman la atención. Los entrenadores también levantan pasiones, el “sex appel” que da la madurez bien llevada, elegantes con los trajes que les quedan como guantes, luciendo vistosos en los partidos y regalando “conferencias filosóficas” en las ruedas de prensa,
terminan por admirarse al ser “machos alfas”.

Emociones diferentes

El alboroto que produce un encuentro deportivo comparado con una cita amorosa, es diferente, muchas veces se prefiere disfrutar de la excitación que produce un posible gol, falta o fuera de juego que llegar al clímax sexual. Con pareja segura y estable, donde tener coito está bastante garantizado, sea un día u otro, relaja a uno a posponer la intimidad para otro momento y poner como prioritario ver un partido porque cada vez es algo diferente, intenso de principio a fin, adrenalina a tope durante casi dos horas.

¡Si gana tu equipo, pierdes un polvo!

Afortunadas aquellas que si ganaba el equipo de sus parejas, ellos lo celebran con fiesta mayor, orquesta y fuegos artificiales en el dormitorio. Eso sí, si perdía, no había quién lo aguantará del cabreo que se pillaba. La juventud de hoy en día, se organiza de otra forma, si gana su equipo, al novio ¡ese día ni le ves el pelo! a no ser que lo acompañes en la peña futbolística. Se pasará toda la noche con el coche pitando, banderita al viento arriba y abajo, concentración masiva de colegas a bañarse en no sé qué fuente para celebrar y beber “a lo loco” hasta cerrar todos los bares, el pobre ni tendrá fuerzas para sonarse los mocos. Y ¿Si pierde? ¡No hay mal que por bien no venga!, para compensar el día y ganar en algo, muchos tendrán más ganas de “echar un cohete pero en la cama”.

Los hombres también lloran 

Los portugueses, belgas, alemanes y británicos son los que más lloran: tres de cada cuatro admiten haber llorado durante un partido. Los suecos en un 88% han abrazado o besado a un desconocido durante un encuentro deportivo a celebrar un gol. El 37% de los varones españoles declaran su ardiente pasión por este deporte y el 61 % reconocen su admiración por los jugadores profesionales. También somos los más supersticiosos para realizar rituales que propicien la victoria, el 60% organizan sus planes de vida alrededor de los encuentros futbolísticos y el 9% eligen a sus amigos en función del equipo que sean.

Casado con tu equipo

Ser parte de la afición de un equipo es como tener una relación de pareja. Un súper-forofo en un partido, dice; “mételaaa directa… así vas bien, siiigue, ... ¡no pares! ¡Aguantaaa!... ¡Go... go...!¡Huyyy! casiii”, parece la retransmisión de un encuentro intimo. Cuando llegan a marcar es como si tuvieran un verdadero orgasmo, ¡“Síiii …Toooma…, Bieeeen”!. Un 72% de los aficionados prefieren ver como se divierten 22 millonarios, corriendo detrás de una pelota, gritar e insultar a la afición contraria y a la madre de todos ellos, al entrenador y su madre, al árbitro y también a su madre para defender por encima de quién sea a los colores de su equipo antes que estar en la cama con su parienta. Desgañitarse y comportarse tan primitivo, no tiene razón de ser, ¡tanta agresividad e ira, no puede ser sano!. No les dan un sueldo por ello, aparte de las horas y pasta que se dejan en seguir a su equipo algunos olvidan a quién realmente es importante en su vida.
Castro Liz, Ana
Castro Liz, Ana


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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