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Entre rejas también hay vida sexual

martes, 13 de marzo de 2012
Tras muros de hormigón y patios alambrados los internos pueden ser más activos sexualmente que cualquier ciudadano

Cuando te introduces en el mundo de la marginación y de la exclusión hallas de todo, también hay personas encantadoras, luchadoras y con ganas de vivir aprendiendo de sus errores. Se sabe que el sistema penitenciario deja mucho que desear pero pocos se plantean como viven y que sienten quién cumple condena por algún delito. ¡Si están allí encerrados será porque se lo han buscado!, se suele opinar.

Ahora se les llama “internos”, el significado es; alumno que vive en un establecimiento dedicado a la enseñanza”. ¿Luego los funcionarios, jueces y abogados son maestros, pedagogos o orientadores?. Se supone que en las penitenciarias, se reeduca o reinserta transmitiendo valores que favorecen el respeto al otro, convivencia, responsabilidad, y posterior reinserción, siendo una pena privativa de libertad no lo es, del resto de los derechos como cualquier otro ciudadano y entre ellas esta disfrutar de la propia sexualidad.

Encarcelados

No aparece en los reglamentos carcelarios que se prohíba tener sexo, cuando una persona ingresa en prisión. Inicialmente una vez allí se puede sentir ansiedad o de depresión, y la libido disminuye debido a las preocupaciones pero a medida que se van adaptando, el deseo sexual va en aumento hasta que puede agudizarse, entonces es cuando se puede abusar en exceso del sexo y al no estar las necesidades afectivas cubiertas, se puede terminar siendo violento o abusivo con otros compañeros. Primero los instintos empujan a la masturbación solitaria, luego se puede buscar comentar con los demás temas “picantes” y más tarde se puede caer en mantener relaciones homosexuales, si se tercian. Esto puede desembocar en fuertes trastornos neuróticos que pueden terminar generando revueltas dentro del encierro.

Poder y sometimiento, son usuales entre los hombres aunque no sean propiamente homosexuales, y terminen sucumbiendo a tener practicas entre el mismo sexo, el activo manda en la cama y en la celda, el pasivo simplemente se somete. Las mujeres buscan más el clima afectivo y basan sus relaciones en emociones, tienden a constituir parejas de permanencia que comparten la soledad de las celdas en discreción y sin violencia. Es frecuente que se contagien infecciones de transmisión sexual (ITS) y, lo que es peor, hepatitis C, o VIH ya que no usan preservativo en la mayoría de las ocasiones.
 
Vis a Vis  

El “cara a cara” o “frente a frente” íntimo es un tipo de comunicación, con la pareja, una vez al mes, con una hora y media de duración en una habitación privada. Si la pareja cumple condena en la misma cárcel o se han conocido allí, carteándose al menos tres meses también tienen derecho a solicitar la cita privada. Se vigila la promiscuidad, ya que se requiere acreditación de la persona con quien el interno quiere mantener relaciones sexuales si se encuentran unidos afectivamente o no. Pocos metros cuadrados con sábanas que puede traer de afuera la acompañante, junto con el lote higiénico facilitado por el Centro Penitenciario que consta de; lejía, gel, pastilla de jabón o rollos de papel higiénico, lubricante y preservativos, pueden tele-transportar a imaginarse que se disfruta de una suite fabulosa de cualquier hotel lejano.

Matarse poco a poco

En la cárcel a masturbase le dicen “matarse”. La abstinencia sexual agudiza la imaginación y cualquier acto de voyeurismo, fetichismo o sadismo surge con frecuencia. Esta práctica llega a ser muy característica de cualquier institución, ya que en la soledad de la celda donde se vive de la fantasía asociada al erotismo o a cualquier manifestación pornográfica se hace un hueco principal. Un exceso de masturbación, puede desembocar en repudiar el contacto con el amor ajeno, es decir, hacer el amor cuando se tercie en pareja y contentarse con la propia fantasía del amor propio, a la hora de la verdad pueden surgir disfunciones sexuales tales como; impotencia o eyaculación precoz en el caso del varón o anorgasmia, y vaginismo en el de las hembras.
Castro Liz, Ana
Castro Liz, Ana


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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