ARCO conceptual

Con la escultura de Franco metido en una nevera de Coca-Cola la obra más admirada durante unas horas tras abrirse la feria de arte Arco de Madrid fue una instalación de cubos de limpieza y basura en un habitáculo que da a un pasillo de la vanguardia conceptual.

Una limpiadora había olvidado cerrar la puerta de su almacén para utensilios de trabajo.

Lo que recuerda lo que pasó hace pocos meses con otra limpiadora en el museo Ostwald, en Dortmund, Alemania, que vio en una sala un andamio con chorretones de pintura.

Lo limpió y destrozó la escultura “Wenn es anfängt durch die Decke zu tropen” (Cuando empieza a gotear el techo) del artista Martin Kippenberger (1953-1997), valorada en 800.000 euros.

Un artista conceptual sumamente interesante fue el italiano Piero Manzoni (1933-1963), que en 1961 revolucionó el mundo del arte al introducir en 90 latas de conservas sus propias heces en dosis de 30 gramos. Las etiquetas rezaban "Merda d'artista".

Al exponerlas consiguió vender a 37 dólares cada lata. Una bagatela: uno de aquellos envases subastado en 2007 en la galería Sotheby’s de Milán alcanzó los 124.000 euros.

Otro conceptual: en 1964 se expusieron en Goteborg, Suecia, cuatro pinturas de un vanguardista francés, Pierre Brasseau, del que los críticos alabaron su grandeza y se extrañaron de que su genio fuera casi desconocido.

Rolf Anderberg, el respetado crítico del diario Posten, alabó “la fuerza y furia de los pinceles que, sin embargo, concluyen con la delicadeza de una bailarina de ballet”.

Resultó que Brasseau era un chimpancé de cuatro años llamado Peter, cuyo propietario era el periodista Åke "Dacke" Axelsson (1919-2010), del diario Göteborgs-Tidningen.

Un genio que desvelo los entresijos de parte del arte contemporáneo. Este Arco y la Fundación Tapies lo echan de menos.