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Obituario

sábado, 11 de febrero de 2012

Aunque uno se aproxime a que se cumplan sesenta años, desde que inició su éxodo a la Villa y Corte, generalmente por motivos profesionales, viaja con frecuencia a su Galicia natal con tan mala fortuna que coincidiendo con cada viaje tengo la desgracia de enterarme de algún deceso de amigo, conocido o vecino. Afortunadamente, también cuento con viejos conocidos, antiguos amigos y nuevas relaciones que nos ayudan a sobrellevar los avatares difíciles que atravesamos.
Entre las primeras malas nuevas están los decesos de Albina, la esposa de Luis, Pepe Roca, Andrés Ramil y ayer por la mañana me desayuné con el acíbar periodístico de que había fallecido mi antiguo amigo –bastante más joven que yo- Luis Noche.
Y uno, en sus soliloquios reflexiona, todos estos amigos muy buena gente, se han ido, como habían vivido, discretamente. Por fortuna, no en silencio que pudiera ser ominoso. Lo contaremos. Pero, decía, mi reflexión inspirada en el Dante me sitúa en la Laguna Estigia y a nuestros cuatro amigos, plácidamente situados en la lancha de Caronte ahora movida con una batería Varta, se dirigían a la mansión celestial de la Visión Beatífica en lugar de aquella otra que llevaba la leyenda de “Perded toda esperanza”. Por ello, a sus familias –sólo tuve ocasión de dar un fraterno abrazo a Luis el aún marido de Albina pues tardará muchos, muchos años en olvidarla- a Ofelia, a Tonecha y a María, así como a sus hijos, nietos y demás deudos, mis sinceras condolencias. Pero un modesto mensaje de esperanza, disfrutan de la Visión Beatífica, han salido ya de la miseria terrenal y para los que tenemos ya el billete sacado para hacer el crucero con Caronte por la Laguna Estigia, hablo en primera persona, ansiamos hacer el referido viaje siguiendo la doctrina del Eclesiastés: “hay un tiempo para la siembra y otro para la recolección, un tiempo para la desesperanza y un tiempo para la celebración ….. un tiempo para la dicha y un tiempo para la muerte…”
Su común afición a la música: todos ellos eran personas con grandes aficiones musicales innatas y sobrevenidas y en los tiempos para la siembra, la celebración y la dicha; ¿Cuántos brindis, chin-chines, en fin, golpes de copas en señal de deseos de salud habrá presenciado y oído Albina en su vida? ¿Cuántas interpretaciones musicales llevará hechas en su vida aquel magnífico hijo de Bonifacio Roca en su familiar orquesta “Los Longos” en los que nos aconsejaba aquel estribillo de “sufre, sufre, sufre, llora, llora, llora…”? ¿Cuántas veces ha tocado la campana de regulador Andrés en el Colegio del Apóstol de Vigo el curso 51-52 de que yo pueda dar razón? ¿Cuántas canciones lleva interpretadas nuestro querido Luis en dueto con su cuñado Pepe con alguna que otra botella de cava delante?
Pues pese a que os parezca frívolo lo que antecede, ellos son los recuerdos que a mi me interesa perduren hasta que concluya mi propio periplo de estos cuatro amigos aunque cuya presencia física nos ha sido hurtada pero que suponen para los sobrevivientes eterna y grata memoria.
De nuevo mi sincero y leal afecto a sus deudos, de todos, pero no estaría de más que si el Señor de Madureira, Cantor de la Real Capilla había sido nombrado por el Señor Cantor único de Cámara por delante de Ángeles y Arcángeles, lleguen allí nuestros amigos con voz y música a jubilar al precedente y hacer entre todos aleluyas al Altísimo.
¡Qué descansen en paz y gocen de la felicidad celestial!
Amén.

Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


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