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Objetividad para la Historia

martes, 31 de enero de 2012
Siempre se ha dicho que la Historia necesita ser objetiva, es decir, contar la verdad, y esa debe ser una máxima de cualquiera que se enfrente al realizar cualquier análisis de un hecho o una simple biografía. Loar a una persona desmesuradamente, por ejemplo, debe también responsabilizarnos de su contrapeso, y así producir el equilibrio que exige la justicia. Si el hecho o la persona juzgados forman parte de la vida política, conviene desnudarse de la ideología propia y analizar con pruebas contrastadas los pros y los contras.

Por eso, es necesario que los historiadores sean, no generosos y complacientes-virtudes siempre muy recomendables-, sino que conviene sean equilibrados y justos. Tampoco debemos ser iconoclastas y radicales-nada ni nadie es absolutamente negativo-y la cerrazón sólo nos lleva a perder la imparcialidad y podríamos ser víctimas de nuestras propias fobias, a veces muy mezquinas, que nos harían perder esa objetividad que debe ser la meta.

Viene esto a colación porque con frecuencia vemos como se ensalzan hechos o personas sin la precisa objetividad, ya que los historiadores en cuestión son afines políticamente, desconocen los hechos sin profundidad, o las intenciones de las personas juzgadas. Tampoco es de recibo la descalificación total ni la inquina. Es necesario, siempre, analizar la mentalidad, estudiar el entorno y el tiempo, hábitos y costumbres, influencias filosóficas, coyunturas económicas y políticas…Consecuentemente, aparecen las ambiciones de los protagonistas, sus apuestas personales, su bagaje cultural, inteligencia, su capacidad de trabajo, su cobardías o valentía, su ego o su generosidad, su vanidad o su sencillez, su soberbia o su humildad…

Personalmente, pienso que no existen hechos extraordinarios sino situaciones extremas que, como la crisis actual, conllevan cambios importantes, que afectan a la vida en común, y pueden hasta originar guerras, muchas de origen religioso y, sobre todo, económicas. También creo que hay personas, a las que llaman personajes, que por sus inquietudes sobresalen por encima de los demás y se convierten, en los campos que destacan, en figuras de los mismos.

La historia está hecha por los hombres y, por tanto, es el fruto de sus sueños, esfuerzos, ambiciones, capacidad de servicio…en los tiempos que les toca vivir, y esa realidad condiciona o favorece decisiones que desde fuera pueden comprenderse o no, pero que son exigencias del momento político.

Es preciso también resaltar la necesidad de revisar la Historia para colocar las cosas en su sitio y liberarla de leyendas, mitos, epopeyas y otras cuestiones, poco reales o exageradas, que nada contribuyen a una visión objetiva de una Historia que hemos de escribir entre todos.

Y esos todos que la escribimos debemos realizar la introspección precisa para liberarnos de nuestras pasiones, simpatías o antipatías… para lograr los fines más objetivos.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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