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Las expropiaciones "bolivarianas" de Chávez

lunes, 30 de enero de 2012
Me imagino aquella primera conversación que tuvo Hugo Chávez con Fidel Castro, convaleciente entonces de esa enfermedad terrible, ataque a quien le ataque…

—- ¿Y tú cómo has hecho para “expropiar” a los “gallegos”?

—- Pues me quedé con sus tierras y sus haciendas y los mandé a todos “al carallo”, para su casa, menos a algunos que hicieron la guerra conmigo…

—- ¿Y eso es posible legalmente?

—- ¡Pero si las leyes las haces tú…!

Chávez, de vuelta en Caracas, empezaría a cismar en qué hacer para restar el poder económico a los empresarios, entre los que no tenía ni tiene ningún partidario….

Me contó un ilustre embajador, que acababa de intentar la entrega de sus credenciales a Chávez, como le había ido en su primer encuentro…

El presidente venezolano le dijo, sin ni siquiera darle la mano, señalando con el dedo índice a una butaca vacía…

—- No es usted muy bienvenido… ¡Salude usted a Su Excelencia El Libertador…!

Fueron unos minutos de monólogo entre críticas a todo líder político europeo y la petición de consejo al “Espíritu” allí presente de Simón Bolívar…

—- ¿Aceptamos las credenciales, Libertador? -Inquirió a aquella silla vacía Hugo Chávez, que, tras una pequeña pausa, dijo al atónito diplomático:

—- Su Excelencia El Libertador me indica que tendrá usted que ganarse la confianza del gobierno venezolano….

Volví a Caracas seis meses después y el embajador seguía ejerciendo como tal… pero sin credenciales.

¿Por qué te cuento esto?

Porque la Reforma Agraria debió de consultarla el presidente venezolano con el “Espíritu del Libertador”, que supuestamente sería quien aconsejó a Chávez la expropiación de las tierras y algunas industrias de gran valor, principalmente a empresarios gallegos y canarios…

Mi gente de Caracas me pide que te diga que es lo que pasa con este asunto…

Y pasa esto:

Esa decisión política, la Reforma Agraria, hizo que 160 empresarios de origen gallego perdiesen sus empresas y sus tierras, “expropiadas” por el gobierno de la República “Bolivariana” de Venezuela.

Claro que las “expropiaciones”, cuando tienen un objetivo de interés público y están dentro de la legalidad, se pagan; y en este caso así se reconoció desde el ejecutivo que comanda Chávez.

El valor total de lo “expropiado” asciende –según las cifras gubernamentales- a 158 millones de euros.

Tanto el hecho en sí como el valor que se concede a esas propiedades es una gran hijoputez disfrazada de reforma política. Es más, en mi modesta opinión, si a Hugo Chávez se lo permiten las autoridades españolas y los organismos internacionales, el asunto terminará como en Cuba…

Chávez les dirá a esos 160 gallegos, imitando a Fidel:

—- Váyanse todos para su casa, pero déjenme sus tierras y sus haciendas.

Quizá por eso, visto lo visto, los empresarios gallegos han dejado de luchar por lo suyo. Lo que piden es cobrar lo que se les debe por las “incautaciones” y el gobierno de Hugo Chávez ni siquiera les paga sus miserias. Es más, algunos opinan que ni les pagará y por eso piden la intervención del gobierno español.

Dicha intervención es un derecho adquirido no solo por pasaporte sino porque, conviene recordarlo, en buena medida gracias a ellos, se mató el hambre de una postguerra que aún está en el recuerdo de muchos.

Pero aún hay más que decir…

A mí me gustaría refrescarle a Chávez la memoria y apuntarle que la mayor parte de esos 160 gallegos a los que ha “expropiado” se ganaron lo mucho o poco que tenían con el sudor de su frente; contribuyendo con su esfuerzo personal al despegue económico y al desarrollo de una Venezuela que lo tiene todo, menos gente esforzada.

Añado…

Los gallegos ayudaron a engrandecer ese gran país que yo conocí rico y hermoso, que eso era la Venezuela que usted está destrozando, Sr. Chávez. Sus hijos y sus nietos son tan venezolanos como usted. Y son sus acreedores no solo en lo económico, sino también de su “bolivariano” respeto.

Y termino.

Espero que el presidente Rajoy y el propio Rey de España intervengan ante los organismos internacionales para que en Venezuela, mi país hermano, no se cometa la misma tropelía que en Cuba.
Rodríguez, Xerardo
Rodríguez, Xerardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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