Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Mi amigo Jardiel

domingo, 18 de noviembre de 2001
Me parece que los lucenses no nos hemos enterado de que en este año se ha cumplido el centenario del nacimiento de Enrique Jardiel Poncela, uno de los autores señeros en la que se ha llamado “La otra generación del 27” y que desde hace mucho tiempo ha sido injustamente olvidado cuando fue el auténtico revolucionario de la comedia teatral, precisamente desde 1927, en que estrenó “Una noche de primavera sin sueño”, hasta 1949, en que tuvo lugar su último estreno, “Los tigres escondidos en la alcoba”. Entre una y otra obra hay que acordarse de títulos tan destacados como los de “Carlo Monte en Montecarlo”, “Madre, el drama padre”, Angelina o el honor de un brigadier”, Blanca por fuera, Rosa por dentro”, El sexo débil ha hecho gimnasia”, Los habitantes de la casa deshabitada”, “Los ladrones somos gente honrada”, “Las cinco advertencias de Satanás”, “Cuatro corazones con freno y marcha atrás”, y un largo etcétera, que dejaron bien a las claras su carácter renovador de un teatro cómico que en su época estaba centrado en los sainetes de Joaquín y Serafín Alvarez Quintero, el costumbrismo de Arniches y las astracanadas de Muñoz Seca y Pérez Fernández.
-Confieso que yo fui (soy) un enamorado del trabajo de Jardiel, del que al cabo de los años he podido ver nuevamente las comedias que se han repuesto en España. Concretamente estas tres: “Una noche de primavera sin sueño”, “Madre, el drama padre” y “Los ladrones somos gente honrada”, que se llevó un par de veces al cine y cuya versión de 1956 se ha pasado recientemente por la segunda cadena de RTVE, y me ha convencido una vez más de su extraordinaria calidad, la misma que derrochó en la literatura con “Amor se escribe sin hache”, Espérame en Siberia, vida mía”, La tournée de Dios” y “Pero, ¿hubo alguna vez once mil vírgenes”, que tuve oportunidad de leer en mis años de adolescencia, gracias a los buenos oficios de uno de los ordenanzas de la Biblioteca Provincial que los estudiantes de Bachillerato visitábamos con frecuencia en aquellos años de la postguerra, cuando el nacional-catolicismo de la época había prohibido la publicación de todas sus obras.
-También fui un niño precoz para el teatro de Jardiel Poncela, puesto que en plena guerra civil y de la mano de mis padres asistí al estreno de “Angelina o el honor de un brigadier”, un estreno que se celebró en el Círculo de las Artes, con interpretación a cargo de la compañía de Tina Gascó y Fernando Granada (Angelina se hizo película nada menos que en Hollywood en 1934, con guión del propio Jardiel y con diálogos en verso) y no mucho después llegó “Madre, el drama padre” gracias a una compañía trashumante de la familia Enguídanos en un teatrillo desmontable instalado en la Avenida de La Coruña; más tarde, ya en el Gran Teatro arribaron “Los ladrones somos gente honrada”, Eloísa está debajo de un almendro” y “Carlo Monte en Montecarlo”, que el autor definió así: “Opereta con más cantables que cantantes, en catorce cuadros y en prosa”.
-Un libro recientemente publicado, del que es autor Juan Bonet, resume en su título lo que Jardiel fue en vida: El indiscutido indiscutible Jardiel Poncela. Los que le ensalzan, los que le menosprecian, los que le imitan. “Sus últimos años fueron de enfermedad y miseria, “La Codorniz” le embargó su coche por no haber entregado parte de unos originales que le había contratado; soportó durante siete años un cáncer de laringe y no hubieran podido comer él y los suyos, si no fuera porque Fernán Gómez, que debutó con Jardiel en el teatro como “el joven del pelo rojo”, contribuyó generosamente con su aportación económica. Pero ha vuelto a estar con nosotros. ¡Hola, Jardiel!
Gordillo, José Manuel
Gordillo, José Manuel


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES