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In memoriam

lunes, 16 de enero de 2012
El domingo, tras dictar nuestro programa semanal de los Domingos con Domingo, recibimos la no por esperada, infausta nueva: Don Manuel Fraga había alcanzado su bien merecida particular eternidad.

Como si de una jornada de reflexión se tratase he esperado conscientemente a conocer las reacciones de prensa y radio acerca de la inabarcable personalidad del prócer villalbés.

Y, comprendiendo que es imposible referirse a Don Manuel desvinculado de la función pública en sus diversos campos y en esa línea, incluso en el campo anecdótico, no he visto ni oído una sola referencia a las vivencias del extinto en el ámbito de la empresa privada en la que desarrolló una fecunda y fértil gestión entre 1969 y 1973 aunque sus efectos se extendiesen hasta el fallecimiento del General Franco poco antes de cuya fecha retornó a España tras su exitosa estancia en la Embajada de Londres en Bellgravia Sq.

Uno en este campo habla en primera persona por lo que cualquier error le sería imputable a él en exclusiva.

Corría el año 1971 y Don Manuel que había sido nombrado Director General de Cervezas el Aguila el año anterior y cuyo cargo desempeñaba, a finales de verano y principios de otoño de dicho año, un Consejero de un banco que era accionista de la Unión Resinera Española lo presentó al Consejo a fin de que ocupase plaza como tal en el correspondiente de Administración. No sólo fue aceptado su nombramiento por unanimidad sino que, según testigos presenciales, el a la sazón Presidente del Consejo, en ese acto manifestando su admiración hacía la personalidad,
preparación y carácter del nuevo consejero, presentaba su dimisión a fin de que fuese, “in voce” nombrado Presidente, propuesta que fue ratificada por el Consejo en pleno.

Era aquella empresa una importante titular de varios, muchos miles de hectáreas de suelo, casi todo el dedicado a la explotación de la resina de los pinos, con numerosas fábricas repartidas por la geografía hispana especialmente en las zonas de Castilla – León y Andalucía donde se trabajaba el “zumo” del pino para uso interno y para exportación.

Sus métodos de actuación eran tradicionales y, en mucha parte, artesanales pero la falta de aprovechamiento de un enorme contingente de terreno facilitaba a los bancos, accionistas mayoritarios de la Entidad, mantenerla a base de créditos que lo único que conseguían era ahogarla cada vez más.

Se imponía un desarrollo inmobiliario profundo y ahí fue donde Don Manuel puso el primer pie al decidir crear en la Empresa un Departamento Inmobiliario encaminado a ordenar y poner en el mercado infinidad de terrenos improductivos, cerrar fábricas obsoletas y carentes de rentabilidad, peor, productoras de pérdidas, deficitarias.

Y a mediados de diciembre de 1971, uno que retornaba de Brasil tras concluir un contrato con Techniberia para el desarrollo del planeamiento de los tres estados sureños del país amazónico, se vio apremiado por una llamada telefónica del flamante Presidente de la Unión Resinera convocándole para una entrevista.

Mentiría si no dijese como transcurrió aquella entrevista. A la hora convenida comparecí en el lugar de la cita y tras entrar en un apartamento con cierta semejanza al Laberinto del Minotauro:

- ¿Es Goás?
- Sí, Don Manuel.
- Pase y siéntese.
- Gracias.

Pero surgió el problema sustancial, estaban las diversas sillas y otros muebles existentes ocupados ya por una cabeza de astado de vaya Ud. a saber de qué familia, por filas de libros, en fin, ante la dificultad de encontrar hueco posadero hube de preguntarle:

- ¿Perdone, dónde me siento?
- Donde pueda.

Y a la postre, encontré una doble fila de libros adosada que ofrecía una sólida base de sustentación para las posaderas de un armazón de 47 kilos a la sazón. Ya sentado y comunicada la situación me espetó:

- Ud. le ha dirigido una carta a mi cuñado Robles quejándose de la ausencia de publicaciones de editoriales españolas en Sudamérica. Quiere hablar de eso con usted.

- Pues con mucho gusto porque resulta desolador pasearse por librerías en Paraguay, Uruguay y Argentina y sólo hay libros de Editorial Losada y alguna otra de menor entidad, todas sureñas y ni un solo libro editado en España.

- Bien, ese tema háblelo con él.

La razón de su llamada en el sitio próximo al actual domicilio era otra. Y comenzó a darme una explicación que más era lección magistral que comentario acerca de la resina, la trementina o aguarrás, la colofonia, los países productores, el envilecimiento de los precios que de tales productos hacían especialmente China y Portugal que hacían inviable la exportación. ¡Dios, cuánto sabía aquel señor de los pinos y sus subproductos!

Una vez efectuada la disertación razonó la necesidad y conveniencia de sacar el mayor aprovechamiento posible del suelo improductivo o de escaso rendimiento y aquí venía el requerimiento a la posibilidad de poder contratar unos servicios profesionales de un urbanista que por entonces tenía quizá más nombre que conocimientos aunque alguno había pues experiencia sobraba.

Se llegó a un acuerdo de comenzar en enero de 1972 y el día de la firma me dijo D. Manuel:

- Hemos hablado de todo menos de dinero.
- Sin problemas, si esto funciona, yo me fío de usted y si no funciona, me voy como vine, sin ninguna contraprestación.

Se firmó el contrato y duró hasta diciembre de 1975 fecha en que, al cesar el Presidente, se marchó el equipo que yo había formado conmigo a la cabeza.

-Continuará-
Goás Chao, Domingo
Goás Chao, Domingo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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