Dónde se ha metido el espíritu de la Navidad?
Rodríguez, Xerardo - lunes, 26 de diciembre de 2011
De la negra sombra surge como una alborada la vieja Navidad y nos devuelve el recuerdo de los ausentes que regresan a nuestras estancias, llenas de luz, porque es el universo feliz de nuestra cálida infancia.
Los recuerdos afloran entre doradas burbujas, turrón y sorpresas en forma de regalos y, sobre todo, presencias.
Navidad de emociones, noche de encantamientos y de brillantes destellos. De emoción, de abrazos y besos.
Pero este año, al otro lado de la calle, la Navidad se empapa con lluvia de lágrimas en los hogares rotos por la crisis, los errores, el paro, la depresión y hasta la enfermedad.
Esta es la nochemala para cinco o más millones de personas que solo aspiran a vivir
porque es lo único que pueden celebrar; la vida, la subsistencia, la sonrisa del niño en el regazo de ella, que sigue siendo la más bella
Esta gente, que también es mi gente, ve hoy como pasa la fiesta pensando en mañana, soñando con encontrar uno de esos trabajos basura que comentan en la radio
¡Lo que sea por cuatrocientos euros al mes!
Y si sales a la calle, verás
Los escaparates se han inundado con el brillo de los terciopelos, gasas, rasos, pedrería y smokings.
La pantalla de plasma en 3D también reluce como el oro del cava o las etiquetas brillantes de los perfumes anunciados con acento francés.
El vecino dentista ha puesto un árbol de plástico en la ventana iluminado por cientos de bombillitas de colores. En realidad, todas las ciudades del país derrochan luz
Ya sabes; luz y compras, dicen los expertos, van de la mano estos días.
Sin embargo, esos escaparates son el espejo que refleja las caras del querer y no poder; de la tristeza de un niño que es lo más triste que te sale al paso en el bullicio consumista; de la rabia de un padre que no puede ejercer de Papá Noel
A mí, que quieres que te diga, hoy no me sabe el turrón a turrón y me importa un bledo lo del ceodós que emite tanta luz
Por eso me asomo a la ventana, contemplo las estrellas del cielo y le pregunto a mis hadas en donde se han olvidado esta vez eso que llaman el espíritu de la Navidad
¡Ese que unos bendicen y cinco o más millones maldicen
!
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Rodríguez, Xerardo
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