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Antonio y Javier Reguera, en la independencia de Cuba

viernes, 09 de diciembre de 2011
Antonio y Javier Reguera, en la independencia de Cuba Antonio y Javier Reguera y Acea, dos hermanos en la independencia de Cuba

Antonio Reguera y Acea nació en Cienfuegos el 11 de mayo de 1853 mientras que su hermano Javier nacería en la misma ciudad el 17 de septiembre de 1862. Ambos eran eran hijos del ortegano Francisco Javier Reguera y de la hija de Nicolas Jacinto Acea, Luisa Vicente Acea de los Ríos. Cuando todavía eran unos niños les murió su madre, por lo que su padre decidió regresar a Ortigueira para poder criarlos con la ayuda de su familia y ofrecerles un educación mejor.

Antonio estudió en la Universidad de Santiago de Compostela la carrera de Derecho. Durante sus estudios se empezó ya a destacar como un verdadero líder por sus ideas progresistas.

Por su parte, Javier viajó a Inglaterra para completar sus estudios. En Londres recibió una esmerada formación a la antigua usanza, llegando a adquirir el aspecto y la distinción de un caballero inglés, con un trato correcto, fino y atento. Su carácter simpático agradaba a todos los que relacionaban con él.

Cuando regresó a la isla abandonó la idea de ejercer la abogacía, para hacerse cargo de la administración del Manuelita, propiedad, ya entonces, de su padre que lo había heredado a la muerte de Nicolás Jacinto. Joven, culto y rico, pronto se destacó como mecenas de los escritores de Cienfuegos, y por su atracción por las letras y el estudio. Se casó Ángela Reguera y Teijeiro, natural de Ortigueira como su padre, cuando ésta tenía 34 años. Con ella tuvo dos hijos, Luís y Filomena, que a su muerte, en 1896, todavía eran menores de edad.

Antonio tenía una elocuencia natural y era un tenaz defensor de la independencia de Cuba. En 1891, cuando José Martí había comisionado a Agapito Loza para captar adeptos entre los cienfuegueros, él le ezpresó sus simpatías por la causa revolucionaria. El contacto de Loza con Antonio fue determinante para que la clase dominante de la ciudad apoyase los planes independentistas. La actividad que desplegó a partir de 1892 lo situó entre los revolucionarios de más prestigio. Y tres años después, un numeroso grupo de patriotas cienfuegueros y de otras localidades le proponía ser su líder en la lucha armada. Con tal motivo, partió para La Habana al frente de un numeroso grupo de hombres que debían tomar un vapor que les conduciría a sumarse a las tropas mambisas en Camagüey, pero una delación impidió su reunión al ser apresado en el camino y enviado a cumplir condena a Ceuta, donde enfermó de tuberculosis. Tras intensas gestiones de sus amigos españoles fue trasladado a la Cárcel Modelo de Madrid donde falleció el 18 de noviembre de 1896.

Las relaciones entre Antonio y Javier siempre fueron excelentes y entrañables. Javier admiraba de Antonio sus ideales autonomistas y su espíritu liberal. Cuando fue hecho prisionero, Javier le relevó al frente de las empresas y propiedades familiares. A pesar de los obstáculos con los que se encontró en su vida personal y empresarial, Javier nunca escatimó su apoyo económico a la Revolución. Su implicación en la causa le ocasionó su detención y posterior conducción hasta la cárcel a donde llegó atado, lo que produjo una gran conmoción entre los emigrantes españoles. Javier murió a consecuencia de un ataque pulmonar agudo en Víbora, el 11 de agosto de 1917, donde había establecido su residencia.

Finalizadas las etapas de la guerra y de la intervención de Estados Unidos, la familia Reguera Acea quedó prácticamente sin capital debido a los muchos gastos que les había acarreado la contienda.

Esto motivó que se viese obligada a vender el Manuelita, que pasó, en 1906, a ser controlado por el poderoso grupo Falla Gutiérrez-Antonio Monasterio, conservando los Reguera sólo unas pocas posesiones.

El 30 de agosto de 1920, las autoridades cienfuegueras inauguraron un monumento en bronce en honor a Antonio que había sido esculpido por el artista madrileño Victorio Macho. El busto había sido costeado por Antonio Monasterio Alonso, su compañero de tormentos en las cárceles españolas, y que, aún hoy, ocupa el ángulo nordeste del Parque Martí.
Suárez Sandomingo, José Manuel
Suárez Sandomingo, José Manuel


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