... Con las botas puestas
Antolín, Celia - jueves, 27 de octubre de 2011
Ganar por las buenas o por las malas, batallar e incluso morir con las botas puestas es lo que se propuso Gadafi y, con ello, arrastrar a su prole y secuaces.
Así es el autoritarismo, la dictadura, el delirio, la locura por el poder; el abuso y la lucha a muerte por sus riquezas, bienes y privilegios.
¿Hasta qué punto son los dictadores los únicos culpables?
Si no contaran con adeptos, lacayos incondicionales y servidores del régimen, que también sacan partido de ello, no existirían estos largos absolutismos.
Guerra psicológicamente descarada donde las haya pero que hizo su juego dando tantas muertes de civiles a su paso.
Porque Muamar el Gadafi no batalló, se limitó a esconderse y huir, lanzando mensajes admonitorios a sus adversarios y utilizando a sus adeptos en la batalla cuerpo a cuerpo.
Prometió morir como un mártir llevándose por delante a miles de muertos en su guerra civil.
Esto último lo consiguió pero un mártir no huye y tampoco lleva las botas de batalla puestas. ¿Había otra forma de morir para un tirano así?
Seguramente sí, cualquier otra que no equiparase a sus verdugos al mismo nivel de encono y fiereza.
Viendo las imágenes de sus últimos instantes de vida, semiinconsciente y apaleado, me pareció hasta un mártir (nada que ver), y sentí vergüenza y horror por alguien que sembró lo mismo durante sus largos años en el poder.
Su muerte podrá acabar con eso y mucho más pero la imagen de su captura quedará manchada por la misma vilolencia y crueldad en su lucha por la libertad y el poder.
Resulta difícil pensar que la democracia se instale así, de un día para otro, máxime cuando la rabia y la ira contenida de tantos años se extermina con más de lo mismo.
Viendo la evolución de sus países vecinos, falta aún mucho camino por recorrer para la paz y la estabilización política y social.
La ira y júbilo del pueblo no se hará esperar si, después de tantas batallas, la inestabilidad, desigualdad y falta de gobierno, se hace esperar.
El apoyo y la ayuda internacional que, en tantas otras ocasiones, se amistó y enemistó con el propio Gadafi, no puede tirar la piedra y esconder la mano como está pasando en toda esta revolución "democrática" árabe que salpica a nivel internacional.
El interés económico hacia ciertos países árabes deja al descubierto el cinismo de la política y economía internacional que en tantas ocasiones arropó a gobiernos corruptos y autoritarios.
Cuando la OTAN - la Alianza Atlántica-, la Unión Europea y Estados Unidos se implican, que sea para bien y para orientar a quienes verdaderamente luchan por la democracia y sus libertades, es decir al pueblo, porque de él saldrá la verdadera estabilidad política, económica y social a nivel mundial.

Antolín, Celia
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