La noche

La noche estaba limpia cuando entrando por el portal, miré hacia arriba ví una estrella muy brillante. Me fijé en ella y daba la impresión que al ir yo para delante ella iba hacia atrás. Ilusión óptica que hacía gracia.
La luna al otro lado en fase medio llena, iluminaba como no queriendo molestar, ni a las otras, hacía como si de una postal se tratase. Era bello todo lo que estaba en el firmamento.
¡Como es inmenso! ¿Como con cosas maravillosas, la gente se meta en casa, mirando la tele?. La verdad, no lo entiendo.
Hoy solo importa el coche, ya no andamos, como antes, por las calles mirando escaparates, tomar algo, haciéndonos compañía unos a otros. Estamos perdiendo el sentido de la convivencia. Fríos, solitarios, cada uno aislado en su mundo, casas con las ventanas cerradas, todo escondido, me pregunto: ¿Para qué se gasta luz en las calles si no hay nadie?.
Se habla por el móvil, por internet; pero, cada vez menos cara a cara. Me da mucha pena. A mi me gusta hablar en persona, no ser una cosa que flota por el aíre. Sentirme humana, sentada en un banco del jardín y sentir la presencia de los demás.
Un buen rato estuve mirando las estrellas, después otras el oscuro que no tiene fin, respiré hondo, cogí el aíre del silencio y me vine para dentro.
Mi familia estaba viendo la televisión. Nada comenté, pero he pensado como desperdician cosas de la vida, que muchos no pueden ver, como los ciegos o quienes están postrados en una cama.
Tenemos todo, no hacemos caso, solo cuando perdemos nuestras facultades y quedamos sin poder sentir las cosas bellas, que nos han dado, pensamos en ellas.
Por mi parte, nada dejo. Hago todo para sorber la esencia de este maravilloso mundo que tenemos y no amamos como deberíamos amar.
Todas las noches, si son como la de ayer, seguro que saldré y dar gracias al Cielo, viendo reflejar en mis ojos las estrellas.
Si todos amaran un poco lo que tenemos que brota de la naturaleza, seguro que conseguiríamos bienestar para la humanidad.