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Otoño

jueves, 22 de septiembre de 2011
Si lo miras, con ojos del alma, te darás cuenta de la belleza de sus colores, amarillos, cobrizos, mezclados de marrón, como si fuera una alfombra de hojas,cubriendo los caminos, como si la naturaleza decidiese descansar. Así, los árboles se desnudan, como si fuese un pijama puesto para acostarse y dormir.
Un poco más adelante, el silencio en nuestras vidas, entra y se queda dentro.

Como en una estación de ferrocarril, no se oye silbar los trenes y en un banco, sentados, esperamos. Alrededor, silencio en el dorado escenario la paz es nuestra compañera, un poco de frío nos despierta, pero es bueno, estamos vivos, lo sentimos.
Otoño. Desearia en ese momento ser pintora, poder inmortalizar sus colores, los carritos donde alguien asa castañas, el humo que sube despacio se mezcla con el aire, los niños vuelven a casa , regresan del colegio, con sus mochilas, sus zapatillas. Es una época preciosa, una puerta que se abre despacio para acercarnos al invierno.

En casa, en el baño, miramos con pena las marcas de los bañadores en nuestra piel, del verano, del sol.
Conmigo, suele pasar como los ruidos de cada estación ,distintos, el olor, el color, todo lo siento vivo con avidez.

Me gusta el Otoño, ya estoy en el. Soy feliz por estar viva, por amar la naturaleza dorada, los árboles desnudos y un poco triste por los pájaros, por el frío, su abriguito de piel los caliente y protege.

Si puedo, si Dios me da vida, voy vivir otro otoño, comer castañas asadas, recordar mis paseos hasta la fuente del Sapo, los magostos, las hogueras, donde las asàbamos. Las tardes de cine, el calor agradable al entrar en una cafetería, el baho de nuestra respiración, las bufandas. Todo es otoño.

Yo lo soy, también, porque estoy dorada de esperanza. Tengo el color de fuego del atardecer. Solo distinta, porque no me acuesto esperando. ¡No!. Vivo cada estación con alegría. Soy eterna primavera, mezclada con las otras estaciones.

En otoño te conocí. En primavera recibí tu primer ramo de flores. En verano tus manos con las mías paseábamos a la orilla del mar. En invierno, el brillo de tu mirada se mezclaba con las luces de las calles en Navidad.

Así soy, así viviré, amando la belleza de cada estación.
Por eso, en un banco de cualquier estación, subire a un tren, cuando llegue y viajaré a otra estación.
Nieves, Carminha
Nieves, Carminha


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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