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Tiempo de vendimia

miércoles, 31 de agosto de 2011
Estamos en tiempo de prearativos de vendimia que, antaño, tenía el encanto de fiesta que cerraba en la comarca el ciclo de faenas domésticas.
En muchas ocasiones en las que nos referimos a las grandes extensiones de viñedos por laderas de Ladairo, Monterrey, Infistela, Sousas, Cabreiroa, Espido, toda la ribera del Tàmega por el Valle, hasta la Frontera, la elaboración de caldos en el lagar, citábamos ayer como hoy, que nuestra comarca es la única de toda Galicia que pertenece a la Cuenca del Duero.
Así consta en un capítulo del libro de los compañeros Fulgencio Fernandez y David Rubio en el perfil de nuestros recuerdos.
Antaño los aledaños de Verin estaban rodeados de viñedos de cepas viejas, viñas de "señores", propietarios y principales cosecheros.
Jornada en la que participaba toda la familia desde mayores a gente menuda, seleccionando racimos para navidades y el resto destinado a la bodega y el lagar, donde no faltaban el ritual de la "pisada", cánticos y aquella coplilla que recordaba que "el miedo guarda la viña" y la tonadilla: "no plantes nunca viñas/junto el camino/porque todo el que pasa/ coge un racimo".
El geógrafo Francisco del Río Barxa escribía que había dos hechos que identificaban la comarca de Verin, la extraordinaria calidad y virtudes de sus aguas y sus exquisitos vinos.
Unas cuatro mil hectáreas se estimaban, entonces, dedicadas al cultivo de la uva más valorada del noroeste peninsular y, perdidos en el tiempo, a finales de Siglo se comercializaron vinos con Denominación de Origen, algo impensado en los años cuarenta, cuando acudíamos al bodeguero por "un cuartillo" portando el tradicional garrafón.
Se decía en aquellas tertulias de café que los vinos blancos de color amarillo-verdoso tenían más cuerpo que otros blancos gallegos debido a su situación geográfica, elaborados con el tipo de "Dona Blanca", "godello-verdello".
Nos comentaba el experto en enología Julio Pérez Marquina, de la familia de bodegueros de Alvarellos, que el vino de la comarca habría que remontarse en la historia al Siglo IV, cuando los primeros cultivadores recibieron costumbres de la cultura romana y, como dato anecdótico, añadía que habría que recordar la Edad Medieval, cuando las obras del Castillo se culminaron se celebró una fiesta en la que los asistentes se emborracharon con vinos tintos y Godello de la Comarca. Aún hoy se mantienen plantaciones, como puede apreciarse en la foto de las laderas de Monterrey.
Recordamos otros tiempos, ya lejanos, cuando veíamos partir en época de verano a segadores hacia Castilla y vendimiadores a la recolección en Francia. Años de vendimia en Verin acompañada de cánticos, el chirriar de carretas, con cestos de racimos, un día de fiesta que no olvidamos en 1934 cuando nuestro buen amigo un "can de palleiro" murió en nuestro domicilio en Abedes a consecuencia de un cebo envenenado, que de todo había, entonces, en "la viña del Señor"... Hecho que empañó una tarde que la alegría se torno a tristeza.
Refiriéndonos a la vendimia no podemos dejar de comentar las viejas bodegas, antaño lugar de reunión de amigos en tertulias que recordamos metidos entre cubas, aperos de labranza, garrafas, embudos que llamaban "funiles", vasos, jarras, porrón y bota y candil.
De lo divino y lo humano se hablaba en el lugar típico de bodega, lareira y cocina del "Capitol" de Romanones en atardeceres verinenses, donde allá en otros tiempos, tuvimos oportunidad de acompañar al grupo de contertulios que recordamos llevaban la voz cantante el forense Luis Diéguez Amoeiro (Lilila), el maestro y escritor Jose María Pereda, el poeta Jose Pallin López, consuegro de los propietarios señor Justo y doña Lola, que como escribe Pereda en "Casos y Cosas": "En Casa de Romanones solía reunirse una peña de amigos de paladar delicado en el arte de catar vino. Allí se hablaba de todo al calor de unos chanqueiros menudeando chistes, brillando el ingenio, improvisando versos, bromas de toda índole y comentarios de toda índole de lo que estaba de moda en la Villa".
Sonaban bien aquellas sentencias de quien opinaba que el vino era la más sana y la más higiénica de las bebidas, segun Pasteur. Otro contertulio señalaba que el vino, segun Eurípides, calma las penas y Lilila remataba que es bueno para resistir enfermedades.
Colgaban de la pared del "Capitol" versos que recordamos:
Alguno no viene aqui
por temor a la censura,
y sale ya de su casa
mas borracho que una cuba.
A lo que don Jose Pallin respondió con una redondilla:
En casa de Romanones
jarra que sea servida
que la pague quien la pida,
para evitar confusiones.
Verso que, según Pereda, recordaba la famosa quintilla de Moratin "Sobre un caballo alazano..." que podia leerse invirtiendo el comienzo.
Y no olvidamos el consejo que daba el farmaceútico don Ricardo Guerra a unos aguistas, asegurando que en la Villa apenas se recetaban medicamentos para cólicos nefríticos, o hepáticos, "porque bebemos vino --decía-- ya que si bebieramos agua, como ustedes, también sufriríamos cólicos ya que el que con agua se cura, poco dura".
Aquellas bodegas traen recuerdos más recientes, en Valdeorras donde se nos concedió el premio de periodismo "Injerto de oro", que nos fue entregado en un festival por el ministro de Agricultura y el Presidente de la Diputación David Ferrer y, recientemente, el miembro del Instituto de Estudios Valdeorreses Felix Brasa nos invitó a su bodega-museo en O Barco, dotada de todos los elementos para elaborar licores.
Recuerdos de otros tiempos, costumbres olvidadas que marcaron la vida de viejos amigos.
Nieves, Joaquín
Nieves, Joaquín


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