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Sociedad y religión en los asentamientos coloniales de América del Norte

jueves, 11 de agosto de 2011
El sistema político estadounidense encuentra sus raíces en las tradiciones llevadas por los colonialistas desde Inglaterra, en los siglos XVII y XVIII. Su sistema jurídico-político, por tanto, se deriva de las ideas y las prácticas inglesas, y encuentra sus fundamentos históricos en el Derecho Consuetudinario. Un sistema jurídico construido sobre decisiones judiciales y sobre precedentes acumulados durante muchos siglos, en las tradiciones inglesas de los derechos individuales forjadas con la Carta Magna de 1215, por la que el Rey estaba obligado a respetar la Ley y los Derechos de los sujetos, y en la Carta Inglesa de los Derechos de 1689 (English Bill of Rights), que estableció garantías básicas, como el derecho a ser juzgado por un Jurado o el derecho de petición al Gobierno.

Este marco jurídico-político permitió posteriormente sentar las bases de un sistema político caracterizado por la estabilidad y la continuidad. El régimen político estadounidense, a pesar de constituir una de las naciones más jóvenes del mundo occidental, representa uno de los sistemas políticos más antiguos y que ha estado sometido a menos transformaciones. Esta estabilidad política, sólo interrumpida por la guerra civil entre 1861 y 1865, es producto de un acto casi revolucionario, plasmado en la Declaración de la Independencia de 1776, y en la Constitución promulgada en 1789.

En este ensayo analizamos el período histórico previo a la formación de la nación estadounidense, deteniéndonos en los primeros asentamientos de los territorios norteamericanos, y en el periodo que se inicia con la llegada de los primeros pobladores europeos. Éstos configuran un sistema social, político, económico y religioso original, pero obviamente arraigado a la cultura del viejo continente, que marcará el devenir histórico de la nación y que resulta imprescindible para comprender las sólidas bases del hecho religioso en Los Estados Unidos de América.

Los nuevos asentamientos, constituidos como colonias dependientes de la metrópoli, lentamente inician un proceso inconsciente de independencia, frente a las potencias europeas. La lejanía de los territorios y la conciencia de igualdad de derechos, conducen al proceso de emancipación política de los territorios y a la configuración de una futura unión de estados de América. Y este hecho permite configurar un modelo religioso singular y diferenciado, cuyas influencias básicas perviven todavía en la actualidad en la sociedad estadounidense, pero que encuentran sus antecedentes en la forma en que se origina la nación estadounidense.

EL CONTEXTO HISTÓRICO
Cuando llegaron los primeros europeos a estos territorios a finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI, los descendientes de los primeros grupos de población y las sucesivas olas de inmigración ya se habían extendido sobre el continente americano, desarrollado una gran variedad de culturas adaptadas al medio en el que se asentaron y con fuerte presencia social de las religiones que practicaban en Europa.

Desde mediados del siglo XV la población y la economía Europea comienzan a recuperarse de las terribles pestes medievales y las largas guerras que habían devastado el Occidente europeo durante casi un siglo, especialmente la Guerra de los Cien Años, 1337-1453. Europa entra en un periodo de transformación que afecta a todos los órdenes de la vida. En el ámbito económico el auge de la burguesía mercantil en las ciudades, hace surgir un incipiente capitalismo que se caracteriza por el aumento de la circulación monetaria, el nacimiento de la banca, el uso de la letra de cambio y la creación de corporaciones de mercaderes y lonjas, en las que se centralizan las transacciones comerciales. En el ámbito político la burguesía comienza a dominar la vida local y se convierte en un sector que determina decisivamente la transformación política del Estado. En el ámbito social el campesinado inicia su liberación de las relaciones de vasallaje feudales, mientras que la nobleza se ve obligada a adaptarse a la nueva situación político-social, derivada de la alianza entre la monarquía y la burguesía.

En este contexto de transformación europea, en el año 1453 el Imperio Turco conquista Constantinopla, lo que provoca la interrupción del comercio del Mediterráneo con Oriente, y obliga a las naciones europeas a buscar nuevas rutas marítimas alternativas. Ante esta situación, las monarquías europeas se encuentran con dos alternativas para llegar a Oriente: la practicada por Portugal, que consistió en bordear la costa de África hacia el sur y navegar hacia el este a través del océano Indico y, la segunda, propuesta por Cristóbal Colón consistente en navegar hacia el oeste, basándose en la teoría de que la tierra era redonda.

Además de la necesidad derivada del dominio turco del mediterráneo, son muchas las causas que incidieron en la búsqueda de rutas alternativas y se pueden resumir en las siguientes: la gran demanda de los productos procedentes de Oriente, especialmente las especias; la necesidad de encontrar oro y metales preciosos por parte de las naciones europeas para financiar sus actividades bélicas; los avances técnicos como la brújula y el astrolabio, el progreso en la construcción de navíos más aptos para navegar el Atlántico como la carabela, o el perfeccionamiento de los mapas cartográficos; el fin de la Reconquista de la Península Ibérica, que dejó a portugueses y españoles sin tierras que conquistar; y, por último, la existencia de monarquías fuertes con gran tradición marinera en Portugal y España.

Los ingleses, aunque deseosos de alcanzar los éxitos de los españoles y los portugueses, no consiguieron convertirse inicialmente en nación colonizadora. Reclamaban derechos teóricos sobre el continente norteamericano, basados en el viaje de John Cabot en 1497, pero tal demanda no fue defendida de forma efectiva durante el siglo XVI. Inglaterra confió su relación con el nuevo mundo a compañías privadas, cuyos intereses eran las relaciones comerciales y no la expansión territorial. Marinos como Francis Drake, que dio la vuelta al mundo en 1577 bordeando la costa occidental de América del sur, Humphrey Gilbert que buscó una ruta norte a las Américas, o Walter Raleigh que navegó la ruta sur, inician una serie de exploraciones marítimas dirigidas a establecer colonias permanentes en América del norte, aunque ninguno de los dos últimos lo conseguirá. Gilbert por desaparecer junto a sus cinco navíos, y Raleigh porque poco después de fundar una colonia en la isla de la Roanoke apareció destruida misteriosamente. Durante los años que transcurren entre el fracaso de la colonia de Roanoke en 1587 y el asentamiento inglés en Jamestown en 1607, los ingleses debatieron la posibilidad de establecer nuevos asentamientos, conscientes de los beneficios que ello reportaría. Los argumentos a favor parecían claros: la necesidad de frenar la expansión española, las favorables repercusiones económicas y comerciales, la simple búsqueda de rutas marítimas comerciales alternativas a Oriente, o la formación de territorios para la práctica religiosa libre.

LAS COLONIAS
La colonización española de los territorios americanos y el establecimiento de asentamientos, estuvieron motivadas fundamentalmente por la necesidad de reforzar las reclamaciones españolas sobre los territorios, y por el interés de asegurarse el control del oro y la plata allí existentes. Los primeros asentamientos estaban formados mayoritariamente por oficiales gubernamentales, soldados, nobles, comerciantes y misioneros católicos. La decisión del Papa y el subsiguiente Tratado, asignó todos los territorios del nuevo mundo a España, excepto Brasil. España iniciaba así la colonización, fundando los primeros asentamientos en Cuba, Puerto Rico y la denominada Hispanolia, actualmente Santo Domingo. Desde estas colonias y una vez asentados, los españoles iniciaron una nueva etapa de colonización que incluyó México, América central y la mayor parte del sur del continente americano. Pero España también estableció colonias en territorios que hoy son parte de Los Estados Unidos de América, y así en 1565 en la actual Florida, fundó el asentamiento de San Agustín, la ciudad más antigua de esta nación. En 1605 en Nuevo México fundaron Santa Fe, asentamientos a los que siguieron otros en los actuales estados de California, Tejas y Arizona. Hacia el año 1600, antes de que los ingleses establecieran su primer asentamiento, los españoles contaban con aproximadamente doscientas mil personas habitando sus colonias.

España trasladó al nuevo mundo su cultura, su lengua y su religión, autorizando exclusivamente a los católicos a establecerse en sus territorios, donde los misioneros lograron considerable éxito en su pretensión de convertir al catolicismo a los indios nativos. Los españoles introdujeron trigo, cebada, ganado vacuno y caballos, así como diferentes árboles frutales. Pero también introdujeron el sistema feudal de propiedad de la tierra que imperaba en Europa, lo que fue posible, a través de la cesión por parte de los monarcas de grandes extensiones de tierra a los nobles que allí se desplazaban. Tierras que eran inicialmente trabajadas por indios en un régimen de semiesclavitud, y más tarde por esclavos procedentes de África. Políticamente las colonias españolas carecieron de capacidad de autogobierno, antes al contrario, la monarquía española ejerció un férreo control mediante el otorgamiento de un poder absoluto a los oficiales enviados desde España, para servir como Gobernadores Reales o Virreyes. En cuanto al régimen económico, los comerciantes sólo estaban autorizados a comerciar con la metrópoli, una restricción que se correspondía con la extendida idea mercantilista de que la finalidad de las colonias era enriquecer a la nación colonizadora. No en vano, durante los siglos XVI y XVII, el oro y la plata extraídos de los nuevos territorios, sirvió a España para ocupar una posición de liderazgo mundial. Tras la derrota de la Armada Española en 1588 frente a los británicos, España comenzó su lento declive como potencia mundial, y en el siglo XIX perdió todas sus colonias americanas, la mayor parte mediante procesos revolucionarios durante la era napoleónica, y el resto como resultado de la guerra hispano-americana. Una vez finalizado el control español sobre los territorios americanos, esta nación dejaba toda una herencia que caracterizó las estructuras sociales, la posesión de la tierra, la religión y la lengua hasta nuestros días.

Los primeros asentamientos holandeses en el norte de América son consecuencia inmediata del comercio de pieles, pero ha dejado una profunda huella en lo religioso. La Compañía Holandesa de la India oeste fundó en 1621 la colonia de Nueva Holanda, que incluía puestos comerciales a lo largo del río Hudson, como los establecidos en Albany y en Nuevo Ámsterdam, la actual ciudad de Nueva York. En 1621 el Gobernador Peter Minuit entregó bienes a los indios valorados en torno a veinticuatro dólares a cambio de la isla de Manhattan, y la expansión desde entonces abarcó asentamientos en Long Island, Nueva Jersey y la anexión de Nueva Suiza, en el actual Estado de Delaware. Por entones Holanda era un país próspero y pocas personas estaban dispuestas a emigrar, por lo que las organizaciones comerciales se vieron obligadas a incentivar con concesiones territoriales la inmigración, a pesar de lo cual, la población de estos territorios en 1660 no superaba los 10.000 habitantes. La rivalidad colonial y comercial entre Holanda e Inglaterra, se hizo patente una vez que los territorios holandeses significaban un obstáculo, al deseo de expansión inglés por la costa norte del Atlántico. Como consecuencia de ello, en 1664 la fuerza naval inglesa se incursó en Nueva Ámsterdam, obligando al Gobernador Peter Stuyvesant a entregar la Colonia.

Como es sabido, la colonización inglesa asentó las bases de la construcción de la actual nación estadounidense. Inglaterra fundó diez colonias a lo largo de la costa atlántica norte y formó tres colonias más en los territorios capturados a los holandeses. Durante el siglo XVII Inglaterra estuvo sometida a fuertes tensiones políticas, como consecuencia del enfrentamiento entre el Parlamento y el absolutismo de la dinastía Stuart, que desencadenó la guerra civil entre 1642 y 1645, la decapitación del Rey Carlos I en 1649, la dictadura militar puritana de Oliver Cromwell entre 1649 y 1658, la restauración de los Stuart en 1660 y el derrocamiento final del gobierno de esta dinastía en la Revolución Gloriosa de 1688. Pero el siglo anterior, el XVI, no estuvo exento de acontecimientos trascendentales en el devenir inglés, especialmente la brecha producida entre el monarca Enrique VIII y el papado de Roma en 1534, que significó la independencia de la iglesia anglicana. Durante el reinado de su hija la Reina Elisabeth I, entre 1558 y 1603, el anglicanismo se fortaleció como religión predominante.

Los católicos, los protestantes disidentes, los puritanos y los cuáqueros, sufrieron persecución, viéndose obligados a emigrar en gran número en busca de libertad religiosa, a los nuevos territorios colonizados. En palabras de la Profesora Morán “la colonización británica conllevó la denominada emigración de los descontentos, fundamentalmente de los disidentes religiosos […] grupos de minorías sectarias religiosas, sobre todo de la iglesia protestante, que huían de posibles persecuciones, tenían en América su esperanza de paz y libertad”.

En su lucha por la supremacía mundial, Inglaterra entró en conflicto con España, inicialmente como consecuencia de las incursiones de John Hawkins y Francis Drake, hasta que en 1588 estalló la guerra entre las dos potencias. La derrota de la Armada Invencible española significó la emergencia de la nación inglesa como potencia mundial, lo que ineludiblemente iba unido a la promoción de nuevos asentamientos en los territorios coloniales.
Analizaremos brevemente el origen y los primeros pasos de las trece colonias que establecieron los ingleses, con referencias a cómo el hecho religioso contribuyó a forjar desde antes de que se fundara la nación el principio de libertad religiosa.

En 1607 un grupo de colonizadores ingleses estableció un pequeño asentamiento comercial en Jamestown, en el actual Estado de Virginia. Se trataba de una iniciativa empresarial formada por un grupo de comerciantes, unidos bajo el nombre de la Compañía Virginiana de Londres (Virginia Company of London). Portadores de una cédula del Rey Jaime I de Inglaterra, fundaron la primera colonia inglesa que logró sobrevivir. De los primeros 105 colonos de este asentamiento, 73 murieron de hambre y enfermedades en los primeros siete meses, en buena medida debido a los iniciales errores de los pobladores, no sólo porque incluían pocos granjeros y muchos caballeros nobles, sino también porque el primer asentamiento se estableció en un área infectada de mosquitos portadores de la malaria. Inicialmente los colonos se dedicaron a la búsqueda de metales preciosos, más que a asegurarse el alimento, situación que duró hasta que el soldado John Smith asumió el control de la colonia, garantizó el suministro de alimentos por parte de los indios y forzó a los colonizadores a construir medios de subsistencia. La colonia prosperó y pronto descubrieron la riqueza agrícola de estas tierras, enviando 7 años después de su fundación las primeras cosechas de tabaco a Inglaterra. En el año 1619 se fundaba en Jamestown la primera asamblea representativa en suelo norteamericano, la denominada Cámara de los Burgueses (House of Burguesses), y 1624 Virginia se convertía en una colonia real. Aunque comercialmente la Compañía de Virginia quebró, el territorio sobrevivió como asentamiento colonial formado por entonces por 1.200 habitantes. En lo religioso en “la colonia de Virginia las sectas Prebisteriana y Baptista desempeñaron un papel destacado en la liberación del establecimiento (establishment) de una religión, bajo el Acta de la Tolerancia de 1689”.

En Nueva Inglaterra, la región noroeste de lo que hoy es Estados Unidos de América, los puritanos ingleses establecieron varias colonias. Así denominados porque deseaban purificar la Iglesia Anglicana de la influencia de la Iglesia de Roma, pensaban que la Iglesia de Inglaterra había adoptado demasiadas prácticas de Roma. Al ser objeto de continua persecución interna, decidieron huir a los territorios del norte de América, con la intención de fundar una colonia basada en sus propios ideales religiosos. El primer grupo de puritanos, conocidos como los peregrinos, cruzaron el Atlántico en un barco llamado Mayflower, y aunque habían recibido autorización de la Compañía de Londres para asentarse en sus territorios fueron expulsados hacia el norte, estableciéndose en Plymouth en el actual Estado de Massachusetts en 1620. Asediados por el frío, el hambre y las enfermedades, tan sólo la mitad de los que llegaron consiguieron pasar el invierno. Sin embargo, bajo el liderazgo de William Bradford y con la ayuda de algunos indios, la colonia consiguió sobrevivir y en el invierno de 1621 los peregrinos supervivientes celebraron un día de gracias a Dios, instaurando desde entonces la actual festividad de Acción de Gracias (Thanksgiving Day). Pero Plymouth no consiguió atraer a nuevos colonos y finalmente fue absorbida por la Colonia de la Bahía de Massachusetts (Massachusetts Bay Colony).

Un grupo formado por mil puritanos, organizados como la Compañía de la Bahía de Massachusetts, consiguieron un Estatuto (Charter) del Rey Carlos I de Inglaterra que les permitió en 1630, liderados por John Winthop, asentarse en el área de la Bahía de Massachusetts. La nueva colonia prosperó rápidamente, creando asentamientos en Cambridge, Salem y Boston, y su población alcanzó los 20.000 colonos en 1640. El Gobierno colonial, formado por puritanos, apoyó fuertemente la Iglesia Puritana y no permitió dentro de su territorio desavenencias con las creencias y las prácticas de esta iglesia. Las colonias puritanas se caracterizaron desde el principio por un moralismo frecuentemente intolerante, ya que los gobiernos debían hacer cumplir la moralidad de Dios y castigar severamente a los bebedores, los adúlteros y los herejes. Como consecuencia del radicalismo religioso en estas colonias, el derecho de voto se restringió a los miembros de la iglesia y el sustento de los ministros de la fe se pagaba con las aportaciones de los colonos.

Producto de la intolerancia religiosa de Massachusetts, se fundaron nuevas colonias integradas por grupos que huían de la rigidez político-religiosa. Roger Williams, un puritano que no estaba de acuerdo con las decisiones de su comunidad, defendió que los gobiernos no debían intervenir en cuestiones religiosas, por lo que fue obligado a abandonar Massachusetts en 1635, fundando la vecina colonia de Providence en Rhode Island. Roger Williams se había revelado contra los calvinistas radicales, fundando no sólo una colonia, sino también la primera iglesia Baptista en el continente americano. En estos territorios no se estableció la obligatoriedad de practicar la religión y se defendió la libertad de conciencia como norma de conducta. “De este modo, las relaciones Iglesia-estado en la colonias toman un nuevo rumbo bajo el principio de la libertad religiosa”. En 1644 Roger Williams y sus seguidores, lograron el otorgamiento de un Estatuto del Parlamento británico, para formalmente establecer la Colonia de Rhode Island y crear un gobierno que garantizara la libertad religiosa y la separación del Estado y la iglesia, lo que atrajo a numerosos colonos. Roger Williams se había convertido en el primer defensor de la libertad religiosa en los territorios norteamericanos.

En 1636 el pastor de la iglesia de Cambridge condujo a su congregación a Hartford, en busca de un gobierno menos restrictivo que el de Massachusetts y mejores tierras agrícolas. Este territorio en 1662 recibió un Estatuto Real por el que se fundaba Conética y se concedía a sus colonos ciertos derechos de autogobierno. En 1638 se estableció la colonia de New Hampshire formada principalmente por colonos que habían huido de Massachusetts por motivos religiosos, políticos y económicos. Inicialmente New Hampshire estuvo bajo control de Massachusetts, pero en 1679 recibió su propio Estatuto como Colonia Real.

George Calvert, un converso al catolicismo, consiguió una concesión real de tierra en la Bahía de Chesapeake estableciendo la colonia de Maryland. Fue la primera colonia en propiedad (proprietary colony), ya que la concesión real le otorgaba la propiedad de las tierras, así como otros privilegios como el de fundar iglesias. La colonia se constituyó en refugio de católicos en la que no eran malvenidos los protestantes, y que supuso una fuente de ingresos para la familia Clavert al alquilar tierras a los colonos. En 1634 llegó el primer grupo de colonos, convirtiéndose rápidamente en una productiva área agrícola de tabaco que atrajo tanto a católicos como a protestantes, al garantizar la libertad religiosa a todos los cristianos.

En 1663 un grupo de colonos recibió concesiones reales de tierra en Carolina del Norte y del sur. El norte fue ocupado fundamentalmente por pioneros de Virginia, mientras el sur lo ocuparon colonos procedentes de las islas británicas y otras áreas de Europa. Estas dos colonias prosperaron rápidamente con plantaciones de arroz y tabaco, con producción naval, con el comercio de madera y con el comercio de pieles con los indios. Los pobladores de las carolinas se opusieron a fórmulas de gobierno en propiedad y demandaron mayor autogobierno, por lo que los propietarios iniciales de los asentamientos hubieron de renunciar a su posesión, convirtiéndose ambos territorios en Colonias Reales.

Poco después de que los Británicos se hicieran con Nueva Holanda en 1644, el monarca inglés Carlos II asignó estos territorios a su hermano el Duque de York, quien rebautizó la colonia bajo el nombre de Nueva York. El Duque, no obstante, reconoció los derechos de los colonos holandeses a mantener sus tierras, continuó la práctica holandesa de gobernar el territorio sin una asamblea política, observó su religión y llegó a hablar su lengua. Cuando Jacobo II fue nombrado monarca en 1685, Nueva York se convirtió en una colonia real, y tras su derrocamiento por la Revolución Gloriosa, Nueva York instauró una asamblea política. Inmediatamente después de adquirir Nueva Holanda, Jacobo II concedió el área entre los ríos Hudson y Delaware, que ya poseía algunos asentamientos, a dos de sus amigos: Lord John Berkeley y Sir George Carteret, pasando a denominarse desde entonces Nueva Jersey. Los nuevos propietarios ansiosos de obtener rentas de las tierras alentaron la llegada de nuevos colonos, sin embargo, dificultades de gobierno provocaron que terminaran vendiendo los territorios a grupos cuáqueros, quienes pretendieron hacer de la colonia un reducto religioso. Finalmente en 1702 Nueva Jersey se convirtió en colonia real.

William Penn recibió en 1681 un Estatuto por el que se le concedían tierras como compensación a una deuda contraída con el Rey Carlos II, territorios que desde entonces pasaron a denominarse Pennsylvania. Penn concibió sus territorios no sólo como una fuente de negocio, sino fundamentalmente como un refugio para sus compañeros de creencias, los perseguidos cuáqueros. Un año más tarde en 1682 William Penn llegó a sus territorios y durante dos años supervisó personalmente la formación de la colonia a la que denominó “experimento santo” y “ciudad de amor entre hermanos”: Philadelphia. Pensylvania se convirtió en una colonia reconocida por su libertad religiosa, con asamblea política electa, en la que se respetaba a los indios y con unas tierras fértiles, lo que sin duda contribuyó a que se trasladaran a ella numerosos europeos, especialmente alemanes y suizos cuáqueros, menonitas y amish, convirtiéndose en la colonia más próspera de los territorios norteamericanos.

William Pen también recibió concesiones de tierra en Delaware, donde ya existían asentamientos de holandeses y suizos, pero estos pobladores no desearon estar sometidos a la legislatura de Pensylvania, por lo que en 1701 Penn les concedió su propia asamblea representativa. En 1732 James Oglethorpe encabezando un grupo de filántropos, consiguió un Estatuto del Rey Carlos II para los territorios más al sur, formando la colonia de Georgia. Inicialmente se configuró como un puesto militar defensivo contra la colonia española de Florida, y como un lugar en el que se podían establecer los deudores honestos empobrecidos. De igual modo, en un principio se prohibió la importación de esclavos y se repartió la tierra entre los pequeños agricultores, pero rápidamente Georgia se transformó en una colonia caracterizada por las grandes plantaciones que demandaban el uso de mano de obra esclava, convirtiéndose en 1752 en una colonia real.

Así pues el proceso primigenio de la formación colonial en tierras norteamericanas se caracteriza por la búsqueda de la libertad religiosa en el Nuevo Mundo, pero lo cierto es que aunque en los primeros momentos en “las colonias se establecía una incipiente tolerancia, la libertad religiosa aún estaba lejana”. Nueve de las colonias pertenecían a una determinada confesión y en concreto los anglicanos “gozaban de status confesional en Virginia, Maryland, Nueva York, la Carolinas y Georgia. […] Los puritanos calvinistas eran especialmente poderosos en Massachusetts y Connecticut, estableciendo la iglesia Congregacional”, sin duda estas dos colonias estando muy alejadas de planteamientos tolerantes, “siendo el mejor calificativo que describe esta situación es el de teocracia”. En palabras de la profesora Morán “la tolerancia religiosa que había florecido en las colonias inglesas como único modo de convivencia de las diversas heterodoxias religiosas y que fue aceptada más o menos abiertamente, dará paso a la ampliación de la libertad religiosa”. Y este modelo histórico determinará y estará presente en todo el proceso de formación de la nación y perdura hasta nuestros días, siendo necesario como venimos sosteniendo para la comprensión del fenómeno religioso en Los Estados Unidos de América.

CONCLUSIONES
La religión constituye en Los Estados Unidos de América un fenómeno singular enraizado profundamente en la sociedad. Se trata de una de las naciones del mundo en la que sus ciudadanos dan una mayor importancia en sus vidas a la religión. Este fenómeno puede resultar paradójico, al tratarse de una nación con un anclado sistema de libertades y democracia, pero si atendemos a su devenir histórico y al proceso de formación de la nación entenderemos que el hecho religioso en Los Estados Unidos, está estrechamente vinculado a los orígenes de la nación, y que desde entonces constituye un hecho social presente en la vida diaria de buena parte de los estadounidenses.

Los orígenes de la nación estadounidense han configurado de manera determinante el hecho religioso y ha modelado la actitud de los estadounidenses ante este fenómeno. La génesis de los primeros asentamientos coloniales resulta determinante en la compresión del fenómeno religioso. El hecho de que una parte de los primeros colonos huyeran de las persecuciones religiosas en Europa, ansiando nuevos sistemas políticos basados en la libertad de religión, es imprescindible para entender en la actualidad la importancia que los ciudadanos dan a religión en los Estados Unidos. Los primeros asentamientos coloniales, tanto los de los españoles como los de los ingleses y holandeses evidencia un predominio de lo religioso sobre lo político, de forma que se van configurando territorios coloniales en función de la religión que procesaban sus ciudadanos. Los inicios de los primeros asentamientos fueron difíciles por las condiciones climatológicas, pero también por la resistencia que los grupos religiosos tenían a que otros grupos se asentaran en su entorno, produciendo un singular fenómeno de fundación de las colonias en nuevos territorios a medida que se producía un conflicto religioso, entre distintas religiones, o bien dentro de la propia religión, que como vimos este fenómeno estará presente en la génesis de varias colonias.

Iniciábamos este ensayo defendiendo la necesidad de conocer los orígenes y las causas de los primeros asentamientos en tierras norteamericanas para conocer el fenómeno religioso en Los Estados Unidos de América. La religión ha sido sin duda el hecho que ha marcado más la configuración social de los primeros asentamientos de población y desde entonces ha estado presente en el sistema social de una forma relevante, hasta convertirse en una de las naciones del mundo en la que los ciudadanos dicen tener mayor proximidad a los fenómenos religiosos y la libertad de religión ha sido un baluarte en la defensa de la libertades civiles.
de Kostka Fernández Fernández, Estanislao
de Kostka Fernández Fernández, Estanislao


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