Después de la tormenta llega la calma

Hacer las paces con un polvo ayuda a reconciliarse.

Cuando te has enfadado por cualquier motivo con tu pareja, solo hay un tipo de polvo, sólo accesible, único y exclusivo de dos personas con confianza y es el de la Reconciliación. No es más que el resultado de hablar tanto, pierdes los papeles, te duele la cabeza, todo el cuerpo, caes agotado de tanto defender tus intereses que llegas a un punto en el que incluso, en vez de seguir avanzando en batallar, todo pega un giro y te pones cariñoso, no querías haber dicho lo que dijiste, lo miras a los ojos y tienes ganas de abrazarte, besarte e incluso derretirte, pero sigues de una forma orgullosa sin dar el brazo a torcer, esperando que sea el contrario quién lo haga, pero después de tanta ebullición acabas en el catre. Toda esa tensión acumulada en la discusión se descarga cuando te agarras con intensidad y pasión y así casi de forma salvaje, se libera tal analgesia que un buen polvazo, sirve para desahogar. Así que, aunque solo sea para de vez en cuando probar tal capacidad de energía sexual y sensación indescriptible de bienestar, enfadarse de vez en cuando no está mal, no?. Decir nosotros, en vez de “yo” o “tu” une, frente a que el resto separa. Construir con cariño aunque te estés poniendo “podre” ayuda. El enfado provoca estrés, y si encima de forma subliminal se traduce en la mente como una separación al usar pronombres simples, será un obstáculo para a la larga llegar a comprenderse. Somos individuales por convicción pero debemos pensar en conjunto por solución.

El fin justifica los medios
Pero la parte negativa es que se suele recurrir muy frecuentemente cuando todavía no se han dejado las cosas claras al acto sexual como una buena forma de solucionar los problemas, pero esto no es siempre lo mejor. Así no es una buena receta para llegar a un entendimiento con madurez. Las caricias es una buena forma de demostrar afecto, pero solas no sirven de nada, cuando hay diferencias la mejor forma es dialogar hasta la saciedad. La libertad de expresión es vital cuando estás en plena faena de resolver un conflicto, ambos deben sentirse libres sin temores para hablar y decir lo que sienten, hablando se entiende la gente y sin gritar ni faltarse al respecto, es muy positivo negociar. Cada cual es de su casa y de su mamá, las diferentes formas de ver la vida depende de las diferentes educaciones o valores.
Si en plena discusión te echas al cuello del otro para tener sexo, en vez de hablar y razonar como gente madura, se puede tener una sensación de paz momentánea, pero al pasar las horas, nos sentiremos, el problema así se tapa, y quedará dormido hasta el próximo estallido.

Viajar en el mismo tren
¿Quién tiene ganas de ponerse erótico en el medio del huracán?. Se deben analizar las palabras de una forma racional y tener tiempo para asentar todo en el corazón, evaluando que parte de todo eso podemos reciclar y que parte puede dañar la relación generando una herida difícil de curar. Mirar a la otra persona y poder sentirse igual de especiales, y no perder ni un ápice de amor por él o ella, solo así sabremos que esa discusión ha sumado y unido más. A veces se quita el dolor con un episodio de sexo pero lo más recomendable es solo llegar a la cama, cuando esté asentado. El cambio parte desde ser capaz de ver donde lo haces mal, por ti mismo, sino es así harás las cosas por cumplir y contentar, por no perder a la persona o por temor a estar solo. Reflexionar, no dejar que la furia, la IRA se apodere de uno mismo, controlar las emociones es de SER emocionalmente estable. Lo verdaderamente importante es la unión de dos personas que viajan en el mismo tren y hacen el mismo tipo de paradas. Ambos deben modificar aspectos por un igual cuando hay diferencias.