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Sí es para tanto

viernes, 22 de julio de 2011
Parecía que la voz no sería escuchada, que ni siquiera habría respuesta, pero la hubo y para desgracia lucense, con la sorna y la negación como bandera. Me refiero como no, al tema estrella en el ámbito cultural y patrimonial lucense, al que se ha comido con patatas al caso Carioca, al Pollo, al Faisán al Campeón y otra vez a los trajes y a Gürtel; el vergonzoso estado de la muralla y el vergonzoso proceder de quien ha de servir al ciudadano como primer mandato del mismo, y su primera obligación y deber como gestor y gobernante.
Hace unos meses GaliciaDixital publicaba otro de mis artículos titulado ¿una muralla verde? Si no lo han leído o no lo recuerdan y les apetece, lo encontrarán por aquí.
Yo mismo utilizo la sorna al referirme a los famosos procesos judiciales, porque o utilizo la sorna o me muerdo los puños de rabia. En lo personal cuando un problema se me enquista demasiado, suele serme útil la filosofía comparativa. Comparemos una situación real con una figurada, no nos será difícil si damos alas a la imaginación.
Imaginemos qué sucedería en similar situación en A Coruña o Santiago, las otras dos ciudades gallegas con Patrimonio de la Humanidad. Olvidemos que es nuestra muralla la damnificada y soñemos que está perfecta, limpia y radiante. Utopía.
La Torre de Hércules, en cambio, se halla cubierta del chapapote de un “Prestige Segundo” por los cuatro costados y su interior ha sido tomado por cuatro docenas de okupas que han pintado cada centímetro de pared con spray rosa. El faro legendario de construcción romana, y desde el que la mitología celta permitió a Ith, el hijo de Breogán, avistar la costa de la isla hermana Irlanda, sirve en nuestra figuración como guía y lanzadera para planeadoras y contrabandistas. Su entorno, vertedero incontrolado de basura, y el paseo que lleva a ella, el paraíso de los amantes del botellón. Como la serie de la tele, aquí no hay quien viva, ¿verdad?
Nos vamos a Compostela. La Catedral devorada por enredaderas trepadoras que ascienden desde la Puerta Santa hasta las campanas (ojo con los cacos que ya saben el camino), impidiendo que éstas suenen, tan vasta es la red que tejen a su alrededor. Los maravillosos tejados ya no son la ruta más solicitada, las silveiras los han convertido en un jardín en altura semejante a la jungla por la que campaba Sandokán. ¿Y la Plaza del Obradoiro, las cinco plazas? Abandonadas a su suerte, el monte bajo se ha adueñado de las sagradas losas; las xestas, las mimosas y los toxos en flor siembran toda la plaza y ya amenazan las históricas rúas del casco viejo, también patrimonio mundial.
Más que la comparativa utilizo la exageración, lo sé, pero este ejercicio de imaginación puede servirnos. En semejantes escenarios, ¿qué creen ustedes que los responsables al mando de Cultura, conselleiro al frente? Deseamos que al menos no escudarse tras un vencejo: “pájaro, que el vencejo ya te ha pillado” ¿Qué harían coruñeses y santiagueses? ¿Se vería afectado el turismo, la imagen exterior de ambas urbes? ¿El Xacobeo?
Espero que lo utópico no se haga realidad nunca y que no vean semejantes barbaridades, pero tampoco nadie nos dijo nunca que en Lugo nos veríamos en estas. Ni nos la limpian ni nos la dejan limpiar, ni arreglan la fuente de A Pinguela, ni los la dejan arreglar, bueno, pagarla sí, claro; ni ponen solución a la Porta Miñá, ni nos dejan encontrar la solución; ni recuperan de una vez los museos paralizados, ni nos dejan recuperarlos. ¿Museo de la Romanización? Quizá para el Xacobeo 2021. Con el pasado Arde Lucus y este verano que aún no lo es, ¿cuál será la foto que más desearán los visitantes? Se imaginan la misma que yo, ¿verdad? La de la muralla, que en este caso y por desgracia ofrecerá un fondo bochornoso muy parecido a la jungla, para nuestra vergüenza y la vergüenza de la ciudad de Lugo.
Quizá deberíamos lanzarnos a la calle con una manifestación, agarrar fouciños y gateños para limpiar el adarve, invadir los muros milenarios con escalas y andamios y arrancar a mano los hierbajos con florecillas malva, con permiso de los vencejos, claro está. Quizá deberíamos recuperar las teas o las antorchas, o los candiles para iluminar las noches amuralladas. Rezar para que no llueva y el agua extinga las llamas. Demasiados quizás y una última pregunta, ¿qué hemos hecho para merecer esto? Almodóvar tendrá la respuesta.
Núñez, Pablo
Núñez, Pablo


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