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Cis y clase política

miércoles, 22 de junio de 2011
El último barómetro del CIS confirma que el descrédito de la clase política alcanza su récord histórico. Menudo disgusto el de esos padres a quienes su único hijo, aún adolescente, les comunica inesperadamente, más bien a bocajarro, que tira la toalla en lo que a los estudios se refiere, y que lo que él realmente quiere ser el día de mañana es político.

A pesar de su corta edad, sus entendederas ya le han bastado y sobrado para comprender que con el paro juvenil existente en este país, lo mejor es ponerse el mundo por montera, regir los destinos de sus conciudadanos, y no ser un muerto de hambre cargado con un título universitario a las espaldas que a nada conduce, salvo a cogerse una rabieta que todo apunta a que le acompañará buena parte de su vida laboral. Con la ilusión que tenían sus mayores de que se convirtiera en un hombre de provecho para la sociedad, el retoño les salió pragmático, y afronta su seguro que brillante carrera de encantador de serpientes con la certeza de unos bolsillos forrados sin necesidad de dar palo al agua durante su no necesariamente larga trayectoria de, valga el eufemismo, trabajador.

Y no digamos si les sale tránsfuga la criatura, ya que en ese caso la seguridad económica de sus nietos y bisnietos, estaría más que asegurada.

El precitado muchacho tal vez nunca llegue a saber quien fue Voltaire o Sartre, pero en su futuro gremio de mediocres, para nada le va a hacer falta semejante bagatela. A la inmensa mayoría, que no a todos, saber apretar el botón de las votaciones les basta y les sobra para llevarse todos los meses a casa un pastón sin el más mínimo de los rubores. Por no hablar de las exclusivas pensiones a que son acreedores cuando dejan el cargo, una vez que el electorado se ha dado cuenta de lo caradura que era el personaje en cuestión. ¿Qué los hay honestos y preocupados por la cosa pública? Indudablemente, y me honro con la amistad de alguno, pero en general andan flojillos en cuanto a lo que de ellos piensa la ciudadanía.

Mi más sincero pésame a esos padres. En el futuro a su pequeño posibles nunca le faltarán. Otra cosa es que pueda pasear por las calles de su ciudad con la cabeza bien alta.
Bermúdez de Castro Olavide, Ignacio
Bermúdez de Castro Olavide, Ignacio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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